Arte Flamenco: la Pintura y los grabados entre los siglos XV-XVIII
Por: Robert Laime.
En el Marco de la exposición: “LA PINTURA FLAMENCA en la colección Gerstenmaier” que se viene realizando en el Centro Cultural de la PUCP, ampliaré la nota anterior con algunos datos de la temática tocada en dicha exposición.
Foto por: Robert Laime.
En el siglo XV, los artistas del norte europeo adoptaron el naturalismo para realizar sus obras. Las historias sagradas del Antiguo y Nuevo Testamento pasaron a ocupar en sus tablas escenas de la vida cotidiana. Los encargos de monasterios, gremios, cofradías y familias ricas, impulsaron en el Renacimiento la demanda de pinturas de devoción de los artistas flamencos. Estos pintores flamencos buscaron la verdad a través de la observación minuciosa de la naturaleza y el estudio minucioso de la luz. Lo sagrado pasó a representarse en salones y alcobas, al calor de chimeneas, a cielo raso o junto a ventanas que desvelan el aire del tiempo reflejado en paisajes y ciudades idealizadas.
Foto por: Robert Laime.
Para alcanzar un arte de gran calidad, emplearon su virtuosismo en el detallismo minucioso de las cosas, mostrándonos su arquitectura, la belleza serena del objeto cotidiano y la profundidad psicológica de las personas con un realismo sobrecogedor. La técnica desarrollada fue la pintura al óleo, esto sirvió para los fines de estos artistas preciosistas que aplicaban capas y texturas que permitieron plasmar delicados efectos y veladuras con una finura en los detalles nunca antes vistos.
Foto por: Robert Laime.
En la entrada de la muestra podemos observar los bodegones, dos de ellos son de Alexander Adriaenssen, los más pequeños conocidos en su producción. El tamaño de estos bodegones no está reñido con la calidad y estima que su obra provoca en los coleccionistas más exigentes de su época. Cabe recordar el interés por este artista que demostró el rey Felipe IV, a quien le regaló un lote de sus obras. Es así como es conocida la indiscutible superioridad de los pintores flamencos en las guirnaldas de flores y canastillos desde tiempos inmemoriales. Ninguna escuela les ha superado. Si algo se acerca a la belleza insuperable que la naturaleza regala a las flores es lo que sale de los pinceles de los maestros flamencos.
Foto por: Robert Laime.
En cuanto a la pintura religiosa, los temas elegidos por estos artistas serán el Antiguo y Nuevo Testamento, especialmente el Génesis, el Apocalipsis y los escritos que narran la infancia de Cristo y la Pasión. Además también se tomaron los evangelios apócrifos y otros documentos no oficiales en la iglesia. Podemos destacar aquí la Virgen de Cumberland realizada por Peter Paul Rubens (Siegen, 1577- Amberes, 1640). Quién es considerado como uno de los grandes representantes de la pintura flamenca, Rubens se desarrolló en el campo de la pintura, dibujo y grabado, así como también se desempeño como diplomático
El tema mitológico lo podemos observar en los grabados de Hendrick Goltzius (Mühlbrecht, 1558-Haarlem, 1617). Al tratar temas mitológicos, Goltzius denota la influencia de la interpretación moral que había hecho Karel van Mander de los textos de Ovidio. Los grabados hechos por este, formaron parte de un programa iconográfico en los que se exaltaban ciertas características de una persona o genealogía para lo cual se recurría a la fuente de inspiración que era la mitología. Se apelará a la representación del panteón griego y romano para aludir a grandes gestas, enseñanzas morales, alegorías o mensajes complejos. Todas las estampas expresan un dominio insuperable del buril y una impresión clarísima e impecable.
La pintura de paisaje está representada por la visión panorámica de las tierras de Flandes bajo los ojos y los pinceles de Joost de Momper en colaboración con Jan Brueghel en las escenas y grupos de gente que llenan el primer plano. Es una ventana abierta al infinito donde el espectador se siente deslumbrado por los bosques de Flandes que se funden en el cielo de un atardecer. Las gentes y sus actos quedan absorbidos en la visión cósmica del espacio.
Foto por: Robert Laime.
Por último, en el tema del retrato se puede destacar a Anton Van Dyck (Amberes, 1599-1641). Este artista se convirtió en el alumno favorito de Rubens. Como retratista fue genial y en cuanto a sus modelos religiosos, se inspiró en Rubens, Tiziano y Corregio. Su estancia en Inglaterra desde 1632 hasta su muerte se vio acompañada por los éxitos más completos, pues recibió numerosísimos encargos y triunfó en la Corte de Carlos I siendo nombrado caballero. La serie de retratos: “Iconografía de grandes ilustres” obedece al propósito de Van Dyck de lograr un reconocimiento social para los hombres insignes que le rodearon. Al parecer los retratos los hizo del natural y sólo intervino en las primeras dieciocho planchas de aquella colección, que refleja sus altas condiciones para el dibujo, así como su destreza con el buril y el aguafuerte. Las estampas que aquí aparecen constituyen la mitad de las trabajadas por Antón Van Dyck y fueron grabadas a partir de su vuelta de Italia a Amberes, en 1626.
Foto por: Robert Laime.