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foto por: robert laime.

Botines de guerra

Comentaron sobre el patrimonio cultural saqueado durante la Guerra del Pacífico en la Fil Lima 2014.

“El robo oficial por el gobierno chileno nunca fue visto como un robo, y fue oficial, es decir, a mí la verdad que me sorprende esa oficialidad y esos mecanismos chilenos que lo llevan a publicarlo en el diario oficial sin ningún problema.”

Marcelo Mendoza.  

Publicado: 2014-07-25

Por: Álvaro Guzmán. 

El pasado martes 22 de julio, en la Sala Ciro Alegría de la 19° Feria Internacional del Libro de Lima 2014, se presentó la conferencia: “Devolución de Chile a Perú del Patrimonio Cultural (Artístico) desaparecido durante la Guerra del Pacífico”. El evento contó con la presencia de dos personajes chilenos, escritores y periodistas: Maura Brescia y Marcelo Mendoza, además del historiador y ex-capitán peruano Jorge Ortiz Sotelo, estos tres expusieron acerca del saqueo perpetrado por el gobierno chileno al pueblo peruano en el contexto de la guerra entre los dos países que se vivió a fines del siglo XIX. 

foto por: robert laime.

Maura Brescia inició su ponencia acerca de aquellos objetos de ornamentos, estatuas, pinturas, etc., que fueron traídos principalmente de Lima y Callao hacia Chile en 1881 a 1882. Dentro de su exposición reveló que fue el Transporte Angamos, compuesto por 24 bultos y varias piezas de mármol y de fierro, el que trajo más bienes culturales saqueados, además que hubo otras naves como el Transporte Amazonas que trajo 220 cajones llenas de estatuas, figuras y jarrones. Asimismo reveló que hubo comunicaciones al ministerio del interior chileno de ese entonces acerca de la confirmación de haber traído unas estatuas como botín de guerra a Chile para embellecer ciertas ciudades haciendo alarde a la victoria de la guerra, y así sucesivamente relataba. “En la práctica, los envíos se tradujeron en bienes culturales como estatuas, mármoles, piezas de museo, pinturas, instrumental crítico, animales embalsamados y vivos, piezas arqueológicas, recargadas en los navíos chilenos, arribaron a Valparaíso y a otras ciudades del país… sin embargo todo este acarreo de tesoros de arte del Perú tuvo sí reacciones, causó reacciones en Chile, opinaron algunas personas que lo que se ha hecho no es decoroso” Termina recordando la labor de Ricardo Palma que fue gracias a él que se pudo recuperar muchos de los bienes saqueados y uno de ellos en especial que sería el magnífico cuadro de Los Funerales de Atahualpa.

Marcelo Mendoza expuso sobretodo su experiencia que tuvo al publicar la lista de los bienes saqueados por el gobierno chileno en el contexto de la guerra, cuenta como él, aficionado por los libros antiguos y raros, se pasaba por la Biblioteca Nacional de Chile como ratón de biblioteca, en una de esas tantas veces que pasaba allí, se había quedado solo con un auxiliar de la biblioteca, todos los funcionarios de institución ya se habían retirado, solo en aquella bóveda llamada “Sala Medina” donde no se permitía la entrada y se encontraba los libros tan apolillados y no vistos casi por nadie, en eso encontró en uno de esos libros, de manera casi ininteligible, el sello de la Biblioteca Pública de Lima, ¿Qué hacía este sello peruano en una de las bibliotecas de Chile?, Marcelo cuenta esto de manera seductora, asimismo encontró libros con páginas sacadas ocultando seguramente el delito. Cuenta como ocurrió el saqueo de tres maneras, el robo oficial por el gobierno, el informal por los soldados y el apoderamiento por oficiales y articulares chilenos. Recuerda lo que Palma diría: de los 56 127 volúmenes solo quedarían un poco más de 700. Sinesio López cuando era el director de la Biblioteca Nacional del Perú había reclamado los libros saqueados que todavía no devolvía Chile, es allí cuando se pone a investigar, intentó recurrir a muchos, pero nada, pero de allí investigando encontró en un parrafito que Ignacio Domeyko, primer rector de la Universidad de Chile, alegaba su pesar por hacer sido asignado a catalogar todo lo incautado, cita de Domeyko “Esta misión fue para mí de lo más desagradable y antipática, pues me recordaba lo que habían hecho los rusos con muchas bibliotecas y colecciones de la Universidad de Vilna”. Esa lista de lo incautado sería publicada en el diario oficial que Marcelo muchos años después la haría reaparecer demostrando el saqueo perpetrado por el gobierno chileno “Bajo el título Lista de libros traídos del Perú” se desglosa lo saqueado que llegó a Valparaíso en 103 grandes cajones y 80 bultos. Venían allí más de 10 mil volúmenes, colecciones mineralógicas, esqueletos, animales disecados, instrumentos de química y farmacia, astronomía y física, preparaciones anatómicas y otros objetos. Entre ellos, un esqueleto de un niño de 12 a 15 años y una caja con dos ejemplares de labios leporinos, según lo publicado”, al finalizar y haber hecho público todo esto, una reportera peruana “Me preguntó, como si fuera gran cosa, qué me hizo revelar este ocultamiento de más de un siglo que ahora abría la posibilidad de recuperar la memoria y el patrimonio de su pueblo. Le dije que, al contrario de lo que ella podía pensar, lo hacía como un desesperado intento por recobrar nuestro alicaído patrimonio moral que, en mi caso, años antes, no había estado a la altura.” Pues en un inició no fue capaz de denunciar aquellos libros encontrados con el sello de la Biblioteca Pública de Lima.

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El tercer ponente fue Jorge Ortiz Sotelo, inició lamentando el saqueo hace poco a Bagdad en la guerra de Irak. Con respecto al Perú y la guerra, se manifestó sobretodo refiriéndose a los dos momentos que hubieron en el conflicto, en un primer en la campaña de Tacna, Arica y Tarapacá mal que bien se trató de respetar algunas normas, de estar en los marcos de este derecho internacional humanitario o de la guerra, pero en un segundo momento, en la campaña de la sierra esto no fue así, por parte peruana y chilena. Remarca que es cierto que hubo una reacción por parte del pueblo chileno pues los soldados no fueron enviados para saquear plazas, menciona por ejemplo el saqueo al archivo de la Santa Inquisición. Asimismo hace notar que el recelo existente entre los peruanos y chilenos se explica al ver como por ejemplo se tardó 50 años en devolver Tacna a Perú, estas cosas habría que entenderlas como son, nos dice, para poder cambiarlo; así termina haciendo énfasis en esto último.

Con todo ello terminaron las exposiciones que coincidían en una indignación por el robo que no era considerado robo, sino como algo legítimo de la guerra, simple botín de guerra. Denuncian esto que desconoce la riqueza detrás de lo que se cataloga como botín y se reconoce el hecho de que haya dos chilenos y un peruano en la misma mesa hablando del tema en cuestión, que refleja la capacidad de poder establecer relaciones que nos integren como ciudadanos.


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