Por: David Berrocal.

Cientos de personas disfrutaron el pasado 20 de junio del Primer Festival Nacional Universitario de Folklore que congregó a 25 universidades de Lima y del interior del país. Observaron, siguieron y aclamaron a los grupos universitarios durante toda la tarde desde la Plaza San Martin, punto de encuentro, hasta la Plaza Mayor de Lima, lugar de la etapa final.  

foto por: david berrocal.

“Es una alegría ver gente joven disfrutando y valorando nuestro patrimonio cultural. Ojalá se los transmitan a sus hijos y nietos”, comentó esperanzada doña Lucía mientras aplaudía la presentación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que bailaba una danza típica del departamento de Apurímac.

Punto de encuentro
Plumas de pavo real, máscaras monstruosas y coloridas, pesados vestidos metálicos, y entre otras flamantes e inusuales prendas llamaban a jóvenes y no tan jóvenes a la Plaza San Martín. “Karina, el grupo de allá está bailando la diablada. ¡Vamos, apúrate, hay que tomarles fotos a ellos!”, le anima María a su amiga y se alejan perdiéndose en la multitud. La plaza, que usualmente es poblada por comerciantes, fue aquel día rebosada por una legión de danzantes universitarios deseosos de representar a sus casas de estudio. 

foto por: david berrocal.

La danza se abre camino
“¡Mamá, mamá, ya se están yendo, hay que ir con ellos!” le ruega una niña a su madre. Los grupos se alistan y los espectadores los observan con curiosidad y regocijo. Un grupo tras otro abandona la plaza cual procesión. Entre cantos, se abren paso en la Av. Jirón de la Unión entre aplausos, risas, fotografías y felicitaciones de las familias y los vendedores del lugar. “¿Acaso nunca se cansan? Yo, en su lugar, ya estaría medio muerta”, (risas) bromea Julia a su esposo mientras su hijo pequeño trata de imitar sin mucho éxito a los danzantes de Caporales.
Danzas, juventud y pasión

Ya en la Plaza Mayor de Lima, cada elenco hace sentir su pasión al público y envuelve la plaza de tradición y cultura proveniente de cada rincón del país. “Algunos no son oriundos de los departamento a los que representan pero aun así se saben bien la danza. Lo bailan con fuerza e ímpetu.”, le explica Diego a su hija a quien lleva en los hombros para que pueda ver entre la multitud que no deja de tomar fotografías.  

foto por: david berrocal.

Inicia la presentación final. La gente se deleitaba al compás del Tondero de la Universidad de Piura, bailaba con el primor del Huaylas de la Universidad Nacional del Centro del Perú, aclamaba la alegría del Huaylía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, entre otros. “Con esas energía a uno le pica los pies y le da ganas de ponerse a bailar en medio de todo, olvidándolo todo”, confiesa Luis a su esposa sonriendo. Se hacía de noche y la pasión y firmeza de los ágiles muchachos y las carismáticas universitarias permanecieron hasta sus últimos movimientos.