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Blanca Varela (Lima, 1966)/foto reproducida por: patricia d. páez.

Baldomero Pestana: la personalidad reflejada en el retrato

“Baldomero Pestana. La verdad entre las manos”, exhibición en el Instituto Cervantes de Madrid de las imágenes más representativas del fotógrafo y pintor Baldomero Pestana, en la que se destaca los retratos de diversos personajes peruanos.

Publicado: 2018-03-15

Por: Patricia D. Páez (Corresponsal Madrid). 

¿Qué tienen en común Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro, Fernando de Szyszlo, Blanca Varela, Carlos Fuentes y José María Arguedas? Una persona: Baldomero Pestana. Todo ellos no solo fueron grandes personalidades de la cultura latinoamericana, sino que también fueron inmortalizados por la cámara de ‘Baldo’ Pestana, fotógrafo y pintor español que dejó una huella indiscutible en la memoria colectiva del Perú.

foto por: patricia d. páez.

Desde las inconfundibles fotos de Arguedas hasta el rostro de Víctor Raúl Haya de la Torre en un billete de cinco mil intis, Pestana consiguió capturar la personalidad de aquellos a quienes admiraba, en su mayoría personajes peruanos, pero su historia como fotógrafo se inició en Argentina.

Una vida fuera de España

Baldomero Pestana nació en Castroverde, una localidad de la provincia de Lugo en Galicia (España), en 1917, pero con solo cuatro años y bajo el cuidado de su madre, cruzó el océano en barco para instalarse en Buenos Aires, donde pasaría gran parte de su vida.

Inicialmente Baldomero aprendió el oficio de sastre; sin embargo, motivado por su gran amigo el poeta argentino Ricardo Zelarayán (a quien retrató en 1951), se inscribieron en un curso de fotografía donde salieron a la luz sus habilidades fotográficas.

Poco a poco exploró la capital argentina a través de su cámara tomando fotos como flâneur (término de origen francés que se refiere a pasear por la calle sin rumbo). Mientras hacía trabajos como sastre y fotógrafo de bodas y bautizos para llevar dinero a casa, su amistad con diferentes artistas argentinos lo motivó a iniciar una colección personal de retratos. Una de sus primeras fotos de este proyecto personal fue la del músico de jazz estadounidense Dizzy Gillespie en 1956, a la que se unieron los retratos del pianista Lalo Schifrin, el pintor Laxeiro y los escritores Oliverio Girondo y Norah Lange.

La importancia de Pestana para el Perú

Luego del primer gobierno de Perón y tras el golpe de estado de 1955, Baldo y Vélia decidieron dejar Argentina y migrar al Perú en 1957. “Yo elegí el Perú como el país que yo percibía más interesante y bien que lo celebré con los años”, explicó Baldo en una de sus últimas entrevistas para la televisión gallega. Al llegar a Lima, inicia trabajando para un suplemento cultural del diario El Peruano dirigido entonces por Esteban Pavletich.

foto por: patricia d. páez.

Sus trabajos fueron ganando mayor visibilidad y participó como fotoperiodista para importantes publicaciones tales como Life, Fanal -una revista cultural publicada por la desaparecida International Petroleum Company- y Caretas. Además colaboró en un proyecto sobre los barrios marginados del país para la Unicef con el título de ‘Villa Miseria’ en 1962. En dichas fotografías se pueden apreciar la situación de vulnerabilidad en la que viven cientos de peruanos en las zonas periféricas de Lima en la década de los años 60.

Lima, 1957-1966/FOTO REPRODUCIDA POR: PATRICIA D. PÁEZ.

Retratos peruanos

El espectacular manejo de la luz natural y la composición son características de los retratos realizados por Pestana, pero también en cada una de las imágenes que tomó resalta la personalidad de los personajes.

“El arte es un ojo, el suyo en este caso”, escribió Sebastián Salazar Bondy en aquella icónica fotografía en la que se le ve al escritor y educador recostado sobre su mano derecha y con una máquina de escribir sobre la mesa. Pero esta no es la única imágen que se puede reconocer y que se encuentra impregnada en el imaginario colectivo cuya autoría a pasado desapercibida por muchos peruanos.

Sebastián Salazar Bondy (Lima, 1964)/FOTO REPRODUCIDA POR: PATRICIA D. PÁEZ.

“Podemos ver lo plástica que era la luz en Lima, imprescindible”, comenta al ver una de los retratos que realizó a Julio Ramón Ribeyro en la que se le ve a contraluz. Y es que en Lima su arte fotográfico floreció completamente, y Baldo no perdió la oportunidad de inmortalizar a todos aquellos a quienes les tenía admiración y además compartía una gran amistad. Pasando por la imagen de Ciro Alegría leyendo el periódico con un cigarrillo en la mano, a un Martín Adán con traje elegante junto a la Ermita de Barranco, hasta llegar a la imagen de Blanca Varela en cuyo fondo se distinguen unos cuchimilcos de la cultura Chancay… en fin, la lista continúa.

Fernando de Szyszlo (Lima, 1965)/FOTO REPRODUCIDA POR: PATRICIA D. PÁEZ.

Todos los retratos que tomó Baldo tuvieron como única paga una dedicatoria en la foto que más le gustaba. Nunca recibió dinero por aquella colección de retratos que realizaba por gusto y placer. “Baldo era un ser íntegro, un humanista, alguien a quien el brillo no le deslumbraba” menciona Carmen Rico Coira, una de las familiares que resguarda el legado de este importante fotógrafo y pintor.

París y el hiperrealismo

A finales de 1966 la situación política del Perú ya alertaba la llegada de cierta inestabilidad, razón por la que Pestana y su esposa se animan a viajar a París en 1967. En dicha ciudad realiza algunos de sus últimos retratos, al artista estadounidense Man Ray, al escritor cubano Severo Sarduy y a los peruanos Jorge Eduardo Eielson y Alfredo Bryce Echenique.

“Para Baldo, de la menos fotogénica de sus víctimas, con un abrazo.” expresa Gabriel García Márquez. El retrato del autor de “Cien años de soledad” en París resultó una de las más difíciles porque “como modelo no llegaba a satisfacerme totalmente”, expresó Baldo en una entrevista. Sin embargo, la foto que fue usada para la contraportada de la versión en francés del libro fue lograda gracias a que Carlos Fuentes, el destacado escritor mexicano, le hizo sonreír “[...] de una manera abierta, casi inocente”. Una ocasión que no fue desaprovechada por el intrépido Baldo. “Hay que sacarle la esencia de su rostro, hay que sacarle su vida interior".

Gabriel García Márquez (París 1968)/FOTO REPRODUCIDA POR: PATRICIA D. PÁEZ.

Tanto tiempo entre artistas y sus obras motivan a Baldo iniciar su actividad como pintor. La labor como fotógrafo influyó enormemente en el trazo de Pestana. Durante sus años en la capital francesa, desarrolló el dibujo con gran realismo; sin embargo, más allá del perfeccionamiento del manejo de cada uno de los detalles que componen sus obras, Pestana consigue retratar la personalidad de sus personajes tal como en sus fotografías. Gracias a esta realidad casi fotográfica, consigue que se le relacione con el hiperrealismo -un movimiento artístico que se vuelve muy popular en aquel entonces- y lleva sus trabajos hasta una exposición colectiva en el Grand Palais de París con el título “Grands et jeunes d'aujourd'hui” (Grandes y jóvenes de hoy) en 1977.

Aunque su obra pueda ser considerada por muchos como hiperrealista, las obras de Baldo toman otra dirección. La composición de sus dibujos tiene dos elementos: un personaje y una naturaleza muerta. Lo que Baldo busca en sus dibujos es tomar todos los elementos innecesarios y centrar la atención en el elemento principal de la imagen. Cosa que con la fotografía no se podía conseguir.

El legado de Pestana

Su fama como artista no pasó desapercibida y en la década de los 80 consiguió exponer sus obras en diversos países como Italia, Dinamarca, Estados Unidos, Corea del Sur, etc. Lamentablemente, en el 2003, su inseparable compañera de aventuras, Vélia fallece y hace considerar a Baldomero regresar a España, cosa que finalmente hace en el 2008 para instalarse en el lugar donde inició su historia: Galicia.

Resumir toda una vida es casi imposible pero el mejor testigo de quien fue y lo que hizo Baldomero Pestana son los 17.000 negativos y los cuadros realizados en su etapa como dibujante, así como demás objetos de valor que dejó al fallecer en julio del 2015.

Gracias al apoyo de su familia, la tarea de dar a conocer el trabajo de Baldo se encuentra en marcha. Con la inauguración en el Instituto Cervantes de Madrid de la exposición “Baldomero Pestana. La verdad entre las manos” hasta el 8 de abril, se inicia el proyecto que exhibe una parte de las fotografías e incluye además objetos de valor, publicaciones y material audiovisual. Esta muestra se presentará el 27 de abril en la Ciudad de la Cultura de Galicia (Santiago de Compostela), para luego viajar en noviembre a París y se espera que pase también por Lima y Buenos Aires en el 2019.

foto por: patricia d. páez.

“Que se me recuerde como se me recuerde” dijo Baldo en un programa de televisión española al hablar de sus largos años de trabajo. Y aunque él no buscó hacerse famoso con aquel talento innato que poseía, en su paso por las ciudades donde vivió dejó una huella permanente que se distingue si nos detenemos a observar la calidad de sus detalles.


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