Por: Fabio Rodríguez. 

Bachiller Arquitecto.

El día 15 de marzo, la organización cultural Validarte, avalada por la Gerencia de Cultura de la Municipalidad Metropolitana de Lima y diversas empresas auspiciadoras, lanzó una convocatoria para la selección de 500 artistas que participarán de una intervención simultánea a lo largo de 2 kilómetros de muros de la Vía Expresa en un evento denominado “Primera Bienal Internacional de Muralización”. Este suceso se llevaría a cabo del jueves 25 al lunes 29 de abril de 2019 y abarcaría desde el cruce con la Av. Javier Prado hasta el cruce con la Av. Ricardo Palma, área en la que aún perdura, aunque deteriorado, el mural de uno de los artistas contemporáneos más importantes del Perú.

De acuerdo a la información obtenida a través de la tesis doctoral de Verónica Crousse (2011), estos 10,000 metros cuadrados de arte público fueron diseñados en 1990 por Ricardo Wiesse Rebagliati, siendo ejecutados por la Municipalidad de Miraflores durante la gestión de Alberto Andrade y por iniciativa de Luis Lama. El material de la obra fue obtenido mayormente por donación de remanentes de producción de distintas fábricas de pisos cerámicos. El valor artístico de este mural se refleja en el lenguaje abstracto del autor a través de patrones, ritmos y colores que rememoran las superficies arenosas y el pasado precolombino del paisaje costeño del Perú, en un concepto unitario pensado para la gran escala y el desplazamiento visual generado por el pase fugaz de vehículos.

Una revisión de las bases redactadas por la organización de la “Primera Bienal Internacional de Muralización” evidencia que la propuesta no toma en consideración este importante precedente artístico ni lo incorpora como temática posible de dicha intervención. Esta omisión resulta desconcertante al saber que existía una comunicación previa entre Ricardo Wiesse y el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, para hacer efectiva la recuperación del mural original según una nota pública el 7 de febrero en el Diario La República.

Por otro lado, el espacio propuesto para la creación de cada artista es únicamente de 4 metros de ancho y 3 metros de alto, lo que resultaría en una intervención completamente fragmentada y desconectada entre sí que se configura como una potencial distracción para conductores en una vía de alta velocidad. El planteamiento de diez temáticas distintas y la incorporación de logotipos de empresas auspiciadoras no hace más que reafirmar la disparidad resultante de este proyecto, distanciándose por completo de los conceptos que inspiraron la obra de Wiesse.

El arte urbano es siempre una oportunidad para debatir abierta y democráticamente el sentir de la sociedad de nuestra época. Expuestas las razones, esperamos que las bases de la “Primera Bienal Internacional de Muralización” sean reconsideradas y que los valores artísticos e históricos de la obra de Wiesse perduren tras las intervenciones murales en la Vía Expresa.