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cortesía: OFICINA DE COMUNICACIÓN E IMAGEN INSTITUCIONAL-ministerio de cultura.

Se declara al Carnaval de Cupisa como Patrimonio Cultural de la Nación

Reconocimiento se hace a la tradición de esta comunidad campesina ubicada en Andahuaylas y a los centros poblados que participan de la festividad.

Publicado: 2019-06-29

El Ministerio de Cultura declaró al Carnaval de Cupisa como Patrimonio Cultural de la Nación en reconocimiento a su importante rol como factor de cohesión social para dicha comunidad campesina, localizada en el distrito de San Jerónimo, provincia de Andahuaylas (Apurímac), según Resolución Viceministerial Nº 105-2019-VMPCIC-MC, publicada el pasado viernes 28 de junio en el diario oficial “El Peruano”. 

Dicha festividad, que se realiza entre los meses de febrero o marzo, constituye un espacio de encuentro entre comunidades vecinas a Cupisa, que acuden de forma masiva para compartir el profundo sentimiento simbólico de la celebración, representado en su música, la danza y el vestuario de sus participantes.

Además, en el marco del carnaval se desarrolla una variedad de enfrentamientos rituales que aparte de ser una muestra pública de valentía, sirven para mitigar tensiones y prevenir posibles conflictos entre individuos y comunidades. Y es que durante esta festividad se rompen barreras sociales, fomentándose la competencia, el juego y la unión de las parejas.

Cupisa congrega a vistosas comparsas provenientes de centros poblados como Lliupapuquio, Ancatira, Champaccocha, Choccecancha, Chullcuisa, Yuncaya y Santa Rosa. De igual forma, de localidades próximas como Pacucha y Argama en el distrito de Pacucha; Tintay, Kishuara y Cavira en el distrito de Kishuara; y Ñahuinpuquio, Ccacce, Huinchos Patacocha y Cceuñahuran en el distrito de Andahuaylas.

El carnaval se inicia en la semana previa a la Cuaresma y se extiende hasta después del Miércoles de Ceniza. Las comparsas están integradas por una cantidad variable de hombres y mujeres que interpretan la música y los pasos característicos de esta expresión con singular fervor.

Sobre la música, las mujeres usan campanillas o cascabeles para marcar el ritmo; además de la tinya, tambor pequeño hecho con un aro de madera y parches de cuero de vaca –que también es ejecutado por los varones–. Durante su desplazamiento, los participantes entonan canciones tradicionales en quechua con letras de tono romántico, así como temas vinculados al contexto local y las costumbres de carnaval.

En el transcurso de los carnavales, los miembros de las comunidades desarrollan enfrentamientos rituales, a modo de competencia, acompañados por la música. Estos se hacen en parejas, siguiendo turnos. Uno de ellos es el warakanakuy, en el que se usa la waraka para golpear al oponente en zonas que no comprometan su integridad.

Otros duelos son el seqollonakuy y el qalaschanakuy. En el primer caso, se utiliza un seqollo, zurriago hecho con madera y cuero de llama para la parte del látigo. El qalaschanakuy, por otro lado, se practica con qalas o chankis, zurriagos que terminan en un triángulo de suela con clavos. Finalmente, se da el fuetenakuy o enfrentamiento con fuetes, para el cual se usan fuetes de cuero.


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