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fuente: archivo tvrobles.

Sector editorial independiente en cuidados intensivos, por Abraham Rojas

“No esperemos que nuestros emprendedores editores, en su encomiable labor de la difusión de la literatura peruana independiente, se vean infectados por el terrible virus del abandono estatal”.

Publicado: 2020-04-25

Por: Abraham Rojas V

Bachiller en Literatura por la UNMSM. Traductor de idiomas.

La pandemia actual que vivimos ha puesto en jaque el sector editorial peruano. Muchos editores, libreros, funcionarios y autores han tenido que cerrar sus locales debido al confinamiento obligatorio y estos han visto sus proyectos paralizados. Además, se corre el riesgo de que se rompa la cadena de pagos en dicho sector que propiciaría un duro golpe a su sostenimiento económico. La caída de un 35% hasta un 40% de la industria del libro preocupa a los involucrados quienes tendrán que adaptarse a las circunstancias y buscar alternativas para mantener sus ventas. Entre todos ellos, las editoriales y autores-editores independientes son los más perjudicados. A continuación, comparto mi opinión sobre el asunto exponiendo de manera general el panorama actual del sector editorial y las medidas que ayudarían a salvar en estos tiempos de COVID-19.

En dos reportajes realizados por el diario El Comercio (“Día del libro: ¿Cómo salvar al sector editorial después del coronavirus? Los expertos opinan”, actualizado el 23/04/2020; y “Coronavirus: sector editorial en estado crítico, ¿librerías y editoriales podrán sobrevivir a la pandemia?”, actualizado el 19/04/2020), tanto para Jerónimo Pimentel, director general de la editorial Penguin Random House, como para Alberto Almendres, director general de la editorial SM Perú, expusieron preocupados que la caída del sector editorial será de hasta un 40% y que la cadena de pagos está a punto de romperse. Incluso Phillipe Vergnaud, gerente general de la editorial Planeta Perú, afirmó que estas cifras representan un retroceso seguro.

No obstante, a mi juicio, nuestra preocupación debe recaer mayormente en las pequeñas editoriales independientes ya que las empresas editoras anteriormente mencionadas, al ser multinacionales, como señala el Decano, pueden tener más opciones de crédito que estas últimas quienes, lamentablemente, “viven del día al día y que quedarán muy afectadas luego de la cuarentena” hasta incluso tener que cerrar su negocio definitivamente. Recordemos que la última Feria Internacional del Libro de Lima 2019 (FIL Lima 2019), según una nota periodística de La República (“FIL Lima 2019 registró récord de asistencia: ¿cuáles fueron las novedades más vendidas?” del 04 agosto de dicho año), “[...] rompió récord de ventas de libros, pues estas fueron 5% más de lo recaudado el año pasado, superando los 20 millones de soles”, datos que, evidentemente, beneficiaron más a las editoriales trasnacionales quienes cuentan siempre con un gran aparato de promoción y publicidad que las pequeñas editoriales independientes y que, al final, amasaron mayores ganancias en su libros. Todo eso sin mencionar que durante los días que duró dicha feria, la mayoría de las librerías y editoriales fuertes mostraban grandes títulos, pero con un descuento irrisorio de un 20% de sus productos que no beneficiaba mucho a un lector con ganas de adquirir su libro preferido, pero que, lastimosamente, contaba con un bolsillo estrecho. Es necesario agregar las palabras de Guillermo Rivas, socio gerente de las librerías Books & Co y Book Vivant, quien declaró a El Comercio, que “[...] son más de 35 las librerías pequeñas o independientes que hoy no venden nada. El 50% de sus ventas cubre el alquiler y el 25% o 30% el pago de planillas. Hoy no tienen caja”. Rivas avizora que, si no se hace nada para salvaguardar a este pequeño grupo o si no existe un apoyo de parte del gobierno “[...] la mitad de todas ellas no resistirán a fin de año”.

Por otro lado, el pasado jueves 6 de abril, la Cámara Peruana del Libro (CPL), asociación gremial y cultural de derecho privado que reúne a los principales editores, distribuidores y libreros del país, además de ser el organizador de la FIL, publicó, a través de su página de Facebook oficial, un pronunciamiento en el cual pidió al Gobierno tome acciones para sostener la cadena de producción del libro. Entre sus peticiones, resalta la de compras públicas de sus libros por parte del gobierno destinadas a bibliotecas públicas. La Asociación de Editoriales Independientes, por su parte, con su presidente Carlos Vela, gerente general de la editorial Pesopluma, también se sumó a dicha iniciativa y petición de urgencia y detalló que sería ideal que parte de los fondos del Estado de S/16 millones dirigidos a la Encuesta Nacional de Lectura se destine a las compras públicas de libros para paliar, de alguna manera, la crisis económica de las editoriales independientes (“Presidente de la Asociación de Editoriales Independientes del Perú: “Los libros deben ser objeto de primera necesidad”, diario El Correo, actualizado el 18/04/2020).

Sin embargo, en estos tiempos aciagos, si bien es cierto como reza el dicho, cuando llueve, llueve para todos, lo que sucede en realidad es que no todos se mojan de la misma manera. Así, cabe recordar que la mayoría de las editoriales fuertes (provenientes de España o Norteamérica), que tienen sede en el Perú, han sabido posicionarse en el mercado, con fondos del extranjero de su sede matriz, con una maquinaria de promoción y publicidad, y con un pago de regalías muy bajas hacia el autor, quien es el creador de los éxitos literarios. En consecuencia, es de suponer que las editoriales menores independientes no pueden competir de igual a igual ni lograrán subsistir ante esta crisis como sí la podrían hacer las trasnacionales.

Es menester recalcar que el peruano promedio le es difícil adquirir libros y tratar de acercarse más a la lectura ya que, como es sabido por todos, los precios de los libros son caros y la Ley de libro, que busca exoneración del Impuesto General a las Ventas (IGV), a la importación y/o venta en el país de los libros y productos editoriales, beneficia más a estas trasnacionales quienes, a pesar de contar con este apoyo legal, no bajan sus precios y más aún no se solidarizan con el bolsillo del lector que también ve afectado su economía por esta pandemia.

Además es desalentador conocer que, según una encuesta realizada por la Universidad Católica en el año 2015 (Fuente: Gracia Angulo Flores-Panorama del sector editorial peruano-Cátedra Virtual publicada en Youtube), solo el 15% de peruanos lee (dentro de ese grupo la mayoría lee diarios o revistas, y son muy pocos los que leen obras literarias o de especialidad); y que los peruanos tenemos pocos libros en nuestras casas (los que tienen más de 100 libros en su hogar forman parte de un conjunto privilegiado que representa el 4%, la mayoría apenas cuenta con 10 libros). Entonces, es claro, una vez más, que habría un mayor acercamiento al libro si hubiese un real sinceramiento de precios en estos tiempos de pandemia, que sean precios que vayan acorde a lo que se ofrece, además, claro de un mayor fomento y valor hacia la lectura por parte del sector educativo. Por lo tanto, no parece adecuado estas peticiones que se dirigen al gobierno por parte de la CPL, quien agrupan a los grandes editores, porque dicho fondo para el fomento a la lectura (S/16 millones) también es importante para los escolares en su educación básica.

Ante toda esta situación, quizás remates de una parte del inventario, ofertas de libros o mover los catálogos que no han podido tener exhibición, serían buenas opciones para sostener en algo esta crisis editorial, así los lectores tendrían menos obstáculos para adquirir libros con tales atractivos descuentos. Además, es importante considerar como alternativa la venta de libros por internet (que incluye también la venta de e-books, audiolibros, publicaciones transmediáticas, etc.), la digitalización de los catálogos, brindar un servicio virtual óptimo de fácil acceso al comprador y tenerlos en su base de datos, puesto que los ingresos que genera la venta de libros en físico hoy está detenida. Hay que esperar, también a que, después de la cuarentena, se dé permiso oficial al servicio de entrega por delivery.

Pero de poca ayuda servirá tales estrategias sino se protege a los pequeños editores y libreros, emprendedores peruanos, quienes son los más azotados por esta crisis. Para la mayoría de ellos, incluso, les será más difícil invertir y empezar este salto al mundo digital y desarrollar plataformas de venta en línea. Por eso, se pide al gobierno que se pronuncie cuanto antes y otorgue un salvataje especial a este frágil grupo editorial. Desde dicho llamado público de la CPL del 6 de abril hasta la fecha, el Ministerio de Cultura (Mincul) brilla por su ausencia y por su falta de pronunciamiento tal como declaró Vela al diario El Correo: “Han pasado casi veinte días y no hemos tenido ninguna respuesta formal de parte del ministerio de Cultura. No ha habido ninguna declaración, ni para el sector editorial ni para el sector cultural en general, lo cual es preocupante porque ya ha pasado más de un mes desde que se inició el estado de emergencia”.

Finalmente, urge la unión fraterna entre todos los micro editores, pequeños libreros y autores-editores, que sigan levantando y difundiendo su voz de reclamo hacia el Mincul y queda en manos del gobierno actual la ayuda necesaria porque la duración de esta pandemia se vislumbra funesta. No esperemos que nuestros emprendedores editores, en su encomiable labor de la difusión de la literatura peruana independiente, se vean infectados por el terrible virus del abandono estatal.


Escrito por

TVRobles

Medio especializado en el sector Cultura.


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