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fuente: archivo tvrobles.

Enseñar Historia del Arte en tiempos de pandemia, por Patricia Victorio

“Frente a la pandemia, los profesores de Arte nos hemos comprometido en un esfuerzo común, a fin de garantizar la calidad de la formación profesional de nuestros estudiantes”.

Publicado: 2020-05-03

Por: Patricia Victorio Cánovas

Magíster en Historia del Arte Peruano y Latinoamericano. Directora y docente del Departamento Académico de Arte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Soy profesora de Historia del Arte en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pertenezco a la generación que se formó a mediados de la década de 1980, sin computadora, internet ni celular, cuando la coyuntura que atravesaba el país era complicada por razones harto conocidas: terrorismo, represión, apagones, coches bomba, etc. y la situación de nuestra universidad también lo era: toma de estudiantes, huelga de docentes o administrativos e intervención militar.

Me han invitado a participar con una reflexión sobre enseñar Historia del Arte en la Universidad en tiempos de pandemia, y para ello no puedo evitar referirme primero a mi experiencia como estudiante. Ingresé a la Escuela de Arte de San Marcos en 1984, con el objetivo de estudiar el fenómeno artístico para tener las herramientas que me permitieran comprender los textiles del Perú Antiguo. Grande fue mi decepción cuando no se inició el año académico y tuve que esperar al siguiente año para conocer a mis compañeros y dar inicio a mis estudios. Entonces se avanzaba lentamente y un semestre podía prolongarse a lo largo de un año.

A pesar del panorama, tuvimos clases como debía ser, con las limitaciones tecnológicas del momento, pues el profesor debía hacer la clase con un proyector de diapositivas que se trasladaba de un aula a otra. Comprendimos muy pronto que era necesario trabajar unidos y nos organizamos para tomar apuntes, consultar la biblioteca para encontrar los libros y analizar las imágenes que habían sido explicadas en clase. La vida universitaria nos dejó grandes enseñanzas, en especial, la solidaridad y el trabajo en equipo. Debo reconocer que mi generación fue muy afortunada gracias a la entrega de nuestros profesores, verdaderos maestros, con quienes aprendimos mucho sobre nuestra carrera y sobre el respeto hacia nuestra profesión.

Si se presentaba algún problema y no podíamos entrar a la universidad, no se perdía el tiempo, de inmediato se organizaba la clase en un café, un museo, un parque o el profesor ofrecía su casa. Éramos un grupo reducido y todos estábamos allí, porque resultaba casi imposible no apasionarse por cada uno de los temas que íbamos descubriendo, así fue como se ampliaron nuestros horizontes. Cómo no recordar, por ejemplo, haber tenido clases en la universidad a la luz de una vela o en la casa de una profesora que, además, nos invitaba torta de chocolate. Mientras en casa, nuestros padres nos esperaban cada día con el corazón en la boca si por alguna razón tardábamos más de la cuenta en regresar de clase, porque nos quedábamos conversando o asistíamos a alguna inauguración, éramos jóvenes y teníamos el mundo por delante.

Aunque fueron tiempos difíciles, disfrutamos nuestra vida universitaria y contra todo pronóstico, logramos terminar nuestra carrera de Arte en un tiempo moderado.

La situación que atravesamos hoy día me recuerda aquella época. Sé que no es igual, pero la vida en adelante tampoco será la misma y, hoy como entonces, implicará solidaridad y trabajo en equipo. Es verdad que los profesores en la Universidad hemos asumido un reto, hemos tomado la posta de nuestros maestros para transmitir aquello que nos apasiona, en mi caso, el arte peruano y su estudio, porque estoy segura de que, más allá de las clases, el cariño y la dedicación que pusieron, esa pasión ha sido el mayor legado de quienes nos antecedieron y es lo que nos ha impulsado a no abandonar la vida académica.

Desde hace un buen tiempo, y gracias al desarrollo de los recursos tecnológicos propios de la era digital, la información está a disposición de todos; por lo tanto, lo importante en la educación va por otro rumbo. Se trata de desarrollar en los estudiantes habilidades que les permitan aprender a aprender y tomar conciencia de que se aprende a lo largo de la vida. Se dice muchas veces que toda crisis es a la vez una oportunidad, y es verdad —a pesar de lo duro de esta situación—, es la oportunidad de ponernos a tono con la época y realizar nuestras clases de manera virtual para estar juntos, profesores y estudiantes, interactuando sin compartir el espacio físico.

Estoy convencida de que este cambio en la enseñanza del Arte es muy provechoso para todos y confío en su continuidad. Como profesora, es usual que ocupe mucho tiempo en la preparación del material para cada clase: presentaciones, enlaces, lecturas, visitas virtuales y demás temas relacionados con el estudio del Arte. Por su lado, veo con satisfacción que los estudiantes tienen más oportunidades de ejercer su autonomía y autorregulación, a la vez que desarrollan el pensamiento crítico. Todo ello les permitirá comprender la complejidad del arte y la cultura de nuestro país; y, aunque parezca contradictorio, ahora se da una relación en cierta forma más directa, gracias a las redes sociales.

Estas líneas, que se han extendido más de lo que pensé, se resumen en una sola idea: frente a la pandemia, los profesores de Arte nos hemos comprometido en un esfuerzo común, a fin de garantizar la calidad de la formación profesional de nuestros estudiantes.


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