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fuente: Google Street View.

Medidas de desarrollo desde y para el sector Cultura en tiempos de crisis: algunos alcances, por Alberto Martorell

“Desde cultura tenemos que activar los valores ancestrales del compartir, del trabajar juntos, del utilizar con sabiduría el territorio, de aprovechar las condiciones de la naturaleza para darnos oportunidades a todos”.

Publicado: 2020-05-17

Por: Alberto Martorell

Director de Factor Cultura. Doctor en Derecho de la Cultura.

Se me ha pedido reflexionar sobre las circunstancias actuales del Ministerio de Cultura. Ello implica pasar por una larga lista de términos cargados de un mensaje negativo (inoperatividad, falta de transparencia, bajo nivel técnico en los niveles de toma de decisiones…). Me temo que eso ya se está volviendo una vieja historia, una crónica que ya ha sido escrita y reescrita tantas veces. En el contexto actual, en el que la pandemia hace más sensible la falta de eficacia para proteger a los trabajadores del sector que han quedado sin fuente de sustento, resulta especialmente doloroso. Pero es una circunstancia más de un larga crónica anunciada y repetida. Yo propongo, luego de esta introducción que es necesaria pero que sería innecesaria extenderla, quiero más bien plasmar en este texto las expectativas, no las frustradas, sino las deseadas y deseables, las que el sector Cultura puede ofrecernos, aun en tiempos de pandemia.

Hay factores preocupantes sin duda. No saber siquiera cuántos son los trabajadores, formales e informales del sector para poder acudir en su ayuda es terrible. El drama de las poblaciones indígenas, a las que puso rostro el artista plástico shipibo-conibo Rawa, exige respuestas inmediatas. Las invasiones de sitios arqueológicos sin medidas concretas de protección, se ha convertido en un nuevo daño al patrimonio, esta vez en pandemia.

Pero no queremos dedicarnos a buscar culpables, a encontrar vacíos y errores. En un contexto de emergencia, nos corresponde a todos sumar filas y formular propuestas, aportar desde donde estemos. Eso, por supuesto, sin dejar de ser críticos en el momento oportuno y con voz clara. Intentamos algunas respuestas que podrían contribuir a que superemos la terrible situación en la que nos hallamos:

a.- Una cuarentena como la que estamos viviendo es más eficiente en cuanto haya un compromiso mayor con la sociedad. Nuestra sociedad ha sufrido de una progresiva pérdida de los símbolos que convoquen la peruanidad, el sentido de compromiso con el otro. ¿Cómo hacer para que un discurso olvidado durante décadas cale en el corazón y comportamiento de millones de personas? Reconociendo que hay una cultura popular viva y vibrante, en cuyas voces está probablemente la manera de transmitir más lejos un mensaje que nos retorne a la imagen de un país que ha tenido en su historia momentos de liderazgo internacional notable.

b.- El apoyo económico no puede dejar de llegar a los gestores y creadores culturales por errores de la burocracia. El Ministerio de Cultura debe responder en días y presentar el expediente que deberá ser recibido y tramitado nuevamente con prontitud. Porque no es un mero trámite administrativo, sino vidas de familias enteras que, además, han apostado por hacer mejor su sociedad. Los padrones del Mincul parecen ser pocos, erráticos, inexistentes. Pero, como han propuesto desde diversos frentes, bien se puede recurrir a los Puntos de Cultura, una red presente en gran parte del territorio nacional, para levantar data adecuada y fiable. Los funcionarios del Ministerio se han acostumbrado a no escuchar a la sociedad civil, a no considerarla su aliada. Pero ahora esa es su mayor, sino única, fuerza.

c.- Las poblaciones indígenas requieren de respuestas inmediatas, y el Viceministerio de Interculturalidad debe darlas. Si el Estado directamente no está preparado para articular esas respuestas, sí tiene posibles aliados para llevar adelante esta tarea: investigadores e instituciones sociales que realizan un trabajo sostenido en la región, pero sobre todo las propias organizaciones comunales. El bono universal debe llegar a estas poblaciones. También sería conveniente que se active el conocimiento de la medicina ancestral, como respuesta propia para paliar síntomas, ralentizar situaciones más graves y, en lo preventivo, para la suba de las defensas propias.

d.- He comentado en diversas ocasiones que la principal debilidad del sector Cultura está en el hecho de sentirse débil. No nos hemos querido dar cuenta del poder maravilloso, pero tampoco del poder práctico de la cultura en el proceso de transformar la realidad y convertirla positivamente. La cultura es en primer lugar la lengua, su columna vertebral. Y la lengua nos permite hilvanar los pensamientos más nobles (también los más ruines, es cierto) y volverlos en una fuente de creatividad, de estabilidad. A partir de ello la cultura nos permite muchas cosas. Cuestionar aquello que nos resulta incompleto, inoperante o injusto. Cuestionarnos acerca de la injusticia y cómo superarla. Elevar nuestra voz de protesta y de propuesta. Creo que el ejercicio cultural que nos toca hacer, tras algo de 60 días de encierro obligado por uno de los episodios más oscuros de nuestra historia próxima, es formular propuestas. Cada quien desde su propio sector y con sus propias armas. Desde cultura tenemos que activar los valores ancestrales del compartir, del trabajar juntos, del utilizar con sabiduría el territorio, de aprovechar las condiciones de la naturaleza para darnos oportunidades a todos.

e.- Las numerosas invasiones de nuestro patrimonio requieren de una respuesta inmediata mediante la aplicación del Decreto Legislativo 1467 en cuanto a los desalojos y demoliciones. La norma está dada, cumplámosla. Pero luego vendrá el grave problema de financiar la conservación de los sitios arqueológicos y garantizar su continuidad en condiciones adecuadas. Con el turismo desactivado, ni siquiera Machu Picchu será el gran proveedor de recursos. Pero si entendemos que los valores culturales territoriales son una de las llaves más inmediatas para el desarrollo social, nos daremos cuenta de que es necesario activar mecanismos alternativos de financiamiento a la conservación. Creo que podríamos establecer un modelo tipo el 1% cultural europeo en las obras públicas, bajo condiciones de estudio de potencialidad para la generación de recursos para ese territorio. Pero sobre todo entender que se trata de activar el sector Cultura como fuente de riqueza sostenida. Con el tiempo el turismo volverá. Es la oportunidad para ordenar el proceso y definir el modelo de turismo peruano basado en la calidad y en la sostenibilidad, como servicio, y en el respeto a la cultura y el llamado desde las culturas ancestrales a ser vistas no como fenómenos fotografiables, sino como herederos de una sabiduría ancestral que merece ser respetada.

f.- Pero el éxito de esta lucha contra la pandemia no termina con la cuarentena, imposible de mantener de manera indefinida. Depende del comportamiento cívico, responsable, respetuoso del otro, que deberá desarrollarse los próximos meses y, probablemente, aún más tiempo. Solo la cultura hace sostenible una situación como esta. Hay que encontrar mecanismos válidos e inmediatos para generar ciudadanía, en un contexto además donde la economía no ayuda. Pero el sector Cultura puede activar mejor que ningún otro el mayor de los capitales: el humano. Y existen experiencias de organización comunitaria, que deben reeditarse en condiciones organizadas y de rigor sanitario, pero prácticas. El rol cantante en esto es de otros sectores, como el de Salud o Inclusión Social, pero debe ir de la mano de estrategias culturales para alcanzar el éxito deseado.

La cultura no es ni una entelequia ni una referencia a ciertas actividades románticas de la vida humana. Es una herramienta concreta para el desarrollo. Los países que se han desarrollado basados en sus tradiciones culturales generando un capital social basado en el compromiso y la confianza, tienen una resiliencia mayor y se superpondran a la crisis de manera más rápida y eficiente. Pero nosotros lo haremos también si utilizamos la tremenda energía cultural que hemos heredado como seres con capacidad de crear soluciones donde parece no haberlas. Ese, convertido en una lógica de acción, en una visión compartida y un trabajo colaborativo a desarrollar, es el camino que el destino nos brinda hoy. Para salir de este capítulo oscuro con mayor claridad y mayor fuerza, preparados para responder en función de la responsabilidad y los valores compartidos.


Escrito por

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Medio especializado en el sector Cultura.


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