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cortesía de foto: diego paitan.

Sobre la investigación en arte durante la pandemia, por Diego Paitan

“Investigar es una acción tácita, presente en cada disciplina y profesión, por lo que no debería discriminarse ni ser desproporcionada en su incentivo”.

Publicado: 2020-05-26

Por: Diego Paitan Leonardo

Licenciado en Arte por la UNMSM.

Me han pedido que escriba sobre la situación que afronta, como caso de estudio, un investigador de arte en la coyuntura de la COVID-19. De hecho, este escenario brinda un abanico muy complejo de experiencias y opiniones que se entrelazan. En primera instancia, deseo desmitificar la errada percepción de que los investigadores son exitosos.

Es posible que esa sea la realidad de unos pocos, quizás los de mérito, por padrinazgo común o sabe Dios por qué. Pero en realidad quien inicia o pretende ingresar a la investigación en arte, y humanidades en general, debe desechar toda esa ilusión vana. Es una labor sufrida. Conozco casos de investigadores brillantes o prospectos de un decoro profesional ideal, a los que admiro, pero que no viven de esa pasión. Está quien asiste al negocio familiar -una tienda de electrodomésticos-, aquel que concilia, el otro, un leído albañil de construcción civil, está quien fue “arqueólogo” en la cachina y hasta hace unos meses exayudante de mudanzas y mesero en Suiza. Hay quien tiene familia y vende mascarillas quirúrgicas y alcohol en gel (muy rentable estos días, por cierto) y funge de personal de limpieza. Y la lista de “multifacéticos” es larga.

Me incluyo en este grupo. No interesan los nombres, ni las razones ni mucho menos sentir congoja. Estas labores son un reflejo de la precariedad del oficio, el subempleo rentable y la falta de oportunidades. Todos ellos esperan transfigurar la realidad peruana desde sus especialidades hasta que un quiebre existencial en coro proclame ese “en realidad nunca fuimos buenos”. Como dicen, hay talento, pero falta apoyo. Y muchos no tienen swing -ni pretenden tenerlo- para bailar con intocables y acceder a un cargo sin esmero, sin vivirla.

Ahora, imagínense el escenario de aquellos investigadores en cuarentena. Hace unos días, en un diálogo abierto escuché: “¿A quién le importa investigar sobre (piense aquí cualquier tema de humanidades) cuando no tienes para comer, mucho menos cuando no puedes respirar?”. Estas palabras rondaron mi cabeza unos minutos, en busca de una posible réplica. Me sentí el obrero de Sin pan y sin trabajo (1894) de Ernesto de la Cárcova. La actitud reflexiva, propia de un oficio humanista pasible, no daba esperanzas frente al instinto de supervivencia donde brillaba la acción intempestiva. Esto me hizo desistir en responder, quizás por amor propio, quizás por el ruido de mi estómago.

¿De qué vivir aun cuando en condiciones normales es difícil conseguir, mantener o percibir como investigador en arte? El golpe recibido es sistemático, afronta a diversos sectores culturales, y más aún a los independientes. Hay más éxito en vender mascarillas a escribir un libro sobre arte y que te lo compren. Se esperó 68 días para que el Ministerio de Cultura genere el Decreto de Urgencia N° 058-2020 a fin de “mitigar los efectos económicos” de la pandemia. La ficción de un apoyo directo a quienes investigan se esconde detrás de la ambivalencia de “actividades culturales” seguida de la genérica prioridad “industrias culturales, artes y del fomento de tradiciones, expresiones y manifestaciones culturales del patrimonio cultural inmueble”. Hay una lista muy grande de personas, instituciones, organismos y comunidades quienes, si bien requieren con urgencia apoyo económico ahora, siempre han deseado empatía con la sociedad y el gobierno.

En estas situaciones se pone a prueba el estado de la organización cultural en plataformas virtuales de acceso de información. Porque si el mejor de los escenarios era estar frente al objeto de estudio, ahora es imposible observar, tocar y sentirlo. Los archivos, museos, colecciones, bibliotecas y galerías cerradas tienen que abrirse al ámbito digital, y no necesariamente por coyuntura, sino también para la preservación y “democratización” de sus bienes. En el Perú algunos museos, bibliotecas y archivos cuentan con plataformas digitales interactivas, dinámicas y gratuitas gracias a la investigación de sus colecciones. El gabinete digitalizado, material descargable y recorridos virtuales son puntos favorables, pero no es una convención, ni antes ni mucho menos hoy, y cada año se requiere más.

Hoy la atención y recursos se centran en las condiciones básicas de vida. Y es ahí también donde debe darse un cambio radical sobre qué considerar como básico. ¿Es necesaria la investigación en nuestra sociedad? ¿Qué significa ser investigador y qué implica investigar? ¿Para qué se investiga? ¿Es rentable? Tres verbos: revelar, difundir, transformar. La investigación es una herramienta sustancial para dinamizar el conocimiento, en este caso, el sistema del arte (museos, galerías, educación artística, mercado de arte, crítica) porque ella concentra el binomio claridad/profundidad de visión, una actitud crítica presente en distintos aspectos de la vida cotidiana y que va de la mano con la verdad, virtud moral por excelencia. Si bien la búsqueda nace de un interés particular, su aplicación abre universos de opciones. Quienes trabajan en el rubro sabrán que el manejo de colecciones se apoya en investigaciones cuyos datos sirvieron para clasificar, evaluar y precisar la información invisible del objeto artístico, lo cual conduce a construir discursos posibles en un guion museográfico y curatorial. Si se pretende establecer un diálogo interactivo con el público, un proyecto pedagógico de un espacio cultural debe basarse sobre investigaciones que delimitan los datos recopilados a las estrategias participativas.

En el mercado del arte, al igual que en la crítica de arte y la docencia artística, se complementan los aportes de estudios de la historia del arte al juicio crítico de quien califica. La información pasa por modificaciones imprevistas y se emparenta a la fluidez de los precios de las obras en el tiempo. Hasta en la defensa del patrimonio inmueble, con causa y en razón de su naturaleza, es necesario revisar el conocimiento recopilado por no pocas personas que han cedido varios días de vida a una posible empresa sin éxito.

Es importante la investigación porque anula la información absurda, superficial, malintencionada que encadena en la ignorancia a la sociedad. Permite enriquecer los contenidos y otorga dignidad al individuo y su colectivo. Investigar es una acción tácita, presente en cada disciplina y profesión, por lo que no debería discriminarse ni ser desproporcionada en su incentivo. En estos momentos hay investigadores que se enfrentan a la COVID-19 en búsqueda de una vacuna para el mundo. En algún momento le tocará el turno a los de humanidades.

Y para quienes persisten en ese sueño, pro captu lectoris habent sua fata libelli.


Escrito por

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Medio especializado en el sector Cultura.


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