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Katerina D’Onofrio: “El artista utiliza los límites como un impulso para seguir creando”

TVRobles pudo conversar con la reconocida actriz Katerina D’Onofrio a propósito de su actuación en el monólogo online “Ausente”.

Publicado: 2020-08-13

Por: Kiara Barrios

Este mes se presentaron dos nuevas funciones del monólogo online “Ausente”, obra escrita y dirigida por Ernesto Barraza Eléspuru, dramaturgo y director peruano. Este proyecto cuenta la historia sobre la vida de una mujer que siempre se sintió cómoda en su soledad y cómo esta da un vuelco cuando comienza a escuchar una voz que viene del departamento de abajo, poco a poco, ella establece una relación con esta misteriosa voz.

La aclamada actriz Katerina D’Onofrio Dibos encarna a esta mujer que nos confronta con la urgencia de conectar con los otros, en tiempos de confinamiento y aislamiento social, TVRobles tuvo la oportunidad de conversar con ella antes de la última función de la obra que se realizará este sábado 15 de agosto a las 9:00 p.m. a través de Joinnus Live.


“Ausente” nos habla de una mujer que está tranquila en su mundo y de repente algo lo cambia ¿cómo conectas con ella y con toda la trama?

La pequeña historia que ha escrito Ernesto Barraza si conectó muy directo conmigo, somos amigos hace mucho tiempo y esta es la primera vez que trabajamos en este formato, después de muchos años. Creo que siempre trato de conectar los personajes con cosas personales, es una de mis herramientas, si bien no soy del todo antisocial si siento que me gusta respetar y hacer respetar mi espacio. Claro, esto dentro de momentos que yo decidí hacerlo, ahora esta situación nos obliga a estar en un aislamiento al que no estamos acostumbrados. Yo he estado, hasta cierto punto, acostumbrada a vivir así, pero en este caso el reto era que este personaje inicia creyendo que no necesita más vínculos en su vida para estar feliz, contenta, lo que fuere, pero en base al confinamiento de pronto si nace esa necesidad y la persona con la que comienza a imaginar que puede lograr tener un vínculo –que uno no sabe siquiera si existe o no– puede ser parte de su imaginación. 

Al final siempre pienso que todo puede suceder en la cabeza del personaje y es paja también que exista la duda, es decir, hasta qué nivel de soledad llega uno que puede hasta tratar de inventar a alguien para sentirse en compañía.

Recuerdo la entrevista que tuviste en febrero con Carla Harada donde contaste una anécdota que nació de grabar “Las malas intenciones” y también en “Ausente” tienes una historia similar. ¿sientes que los personajes te persiguen?

De hecho, siempre uno piensa como actriz, como actor ¿será que uno llama a los personajes o los personajes lo llaman? Por algo existen estas “coincidencias” si, en “Las malas intenciones” está esa historia: La primera locación que yo piso es una casa en la que yo paraba desde los cinco años con una mejor amiga, mi mamá tenía la misma edad que yo, el personaje de ficción, y estaba embaraza en esa época de mi hermano menor, y la niña que era la protagonista tenía la misma edad que yo cuando mi mamá estaba embarazada –¡una locura!– Con lo de “Ausente” definitivamente, inicia la cuarentena, y lo que yo conté es que comienzo a escuchar un piano, que nunca en todo el tiempo que he vivido acá tenía conocimiento de alguien que tocara, entonces ese alguien, que estaba claramente iniciando –no sabría decirte ni siquiera la edad ni nada de esta personita– porque yo escuchaba un piano, a alguien recién iniciando, no desastrosamente, pero si era como que intentaba, intentaba, intentaba y las melodías comenzaban a fluir de una manera más bonita, y de pronto se apagó, no hay más piano.  

Lo más gracioso es que no me he dado cuenta exactamente en qué momento yo dejé de escuchar, recuerdo que hice una imagen con las manos tocando el piano, y cuando ya empezó “Ausente” y Ernesto me propone esto, yo me digo “Oye, espérate, ya tenía esa sensación de escuchar a alguien y sin querer tener un vínculo”. Cuando comenzamos a trabajar la obra dije ¡Caramba! ¿Y qué pasó con esta persona, con su piano y sus manos, y la melodía? Yo no sé si ya salió a trabajar otra vez, espero que no le haya pasado nada malo, pero hay cosas que mis vecinos comenzaban a hacer que antes no hacían. En este caso, toda la convergencia de lo que pasa alrededor, me genera algo hermoso.

¿Cómo abordas a tus personajes?

Las herramientas que utilizo son del momento del proyecto, no es que siempre utilice las mismas, algunas son emocionales, racionales, psicológicas y en este caso era la ausencia de vínculo. Si bien me siento cómoda en mi soledad, e incluso le llamo “solitud” porque soledad si me remite a algo más doloroso. Solitud siento que es hasta una actitud de soledad y todo bien, pero en este caso llegaba ya un punto en el que pasaban los meses y ya, bacán tu soledad Kata (risas), pero ¿qué va a pasar? Están pasando cosas muy fuertes y de pronto recuerdo que cualquier persona que quería hablar conmigo yo era de: ¡Ya! ¡Hagamos Zoom! O Lives en Instagram, cosas que nunca he hecho y no me interesaban hacer porque yo siento que si me restaban un poco de energía.  

Regresaba desde chambear, de ensayar, dictar talleres y estar en contacto permanente con muchas personas, entonces llegar a mi casa era un respiro, pero en este caso ya al quinto mes estaba yo llamando a la gente. Eso linkeo al toque con lo que le pasa al personaje, esto de estar muy tranquila y de pronto decir “quiero vincularme, quiero conversar, quiero sentir cosas que de pronto estaban ahí guardadas”. Siempre trato de linkearlo con algo personal, hasta cierto punto, que tampoco me absorba mucho, en este caso sentir esa “falta” si era importante.

¿Ahora que compartes el mismo espacio con tu personaje, ha llegado un momento en el que te veas en el espejo y la reconozcas en vez de a ti?
Pucha, si me paso que el día del estreno estaba así de “oye, acabo de estrenar, en esa esquina” (risas) y ¿dónde está el vestuario? La ropa estaba tirada en mi baño, y el conversatorio había sido acá, en esta sala, entonces como que los espacios ya no tienen límite y el personaje, te soy sincera, es un recorrido que si bien es intenso como historia por momentos es bien corto, a mí me ha pasado en el teatro, que son dos horas seguidas con una historia y lo haces de corrido de jueves a domingo, incluso lunes y terminas con una cosa muy cargada de ellos, y ahí si necesitaba mucho más espacio, hasta en la televisión, porque a veces tenía que salir de acá a las 5 de la mañana y regresar entre las 8 o 9 de la noche. En “Ausente” el tiempo es pequeño y no siento toda esa carga, además fueron de dos en dos funciones y esta última es la sexta, aún así es bien intenso, pero no es que no quiera hacer otra más, es mi casa, es mi espacio-escenario, cuando antes era mi espacio-refugio. Siempre tiene que haber un límite, si te metes ahí para construir historias, para abordarlas, para vivirlas, sigue siendo muy importante saber salir de ahí. Yo creo que herramientas para llegar al personaje las actrices, los actores, las tenemos, la cosa es salir. En este caso no me costó tanto porque la entrega era muy pequeña, tal vez por eso.
¿Cómo fue el proceso de convertir tu casa en escenario? ¿Moviste todo?

¡Sí! He compuesto, y en un momento conversando con Ernesto me decía: “Esa ropa no debería estar ahí colgada” (risas) y tratábamos de que los planos si tengan cierto atractivo, no voy a negar que, por ejemplo, este cuadro que está atrás es de mi papá, hay algunos que son de mi hermano menor, ambos son artistas plásticos y podía tomar algo de ahí. La que más requirió cambios fue la cocina, porque tenía que encuadrar un momento en el que estoy en este pequeño hornito, y esto mismo tenía que ser en un plano en el que si yo me iba para atrás no me corte, y ha pasado en alguna función que de pronto estaba hablando y estaba así (cortada) y tenía que seguir bajando y acomodarlo a la escena.  

Coloqué varias tablas que si están un poco extrañas, que si las ves ahora te das cuenta de que he interferido, pero todo ha sido muy suave, muy tranquilo, porque es tu estancia, donde sueles pasar el tiempo y hay mucha familiaridad. Se cambiaron muy pequeñas cosas.

Empezaste en televisión con “La gran sangre”, y después de eso apareciste en muchas más series y películas, hace tres años ganaste el premio a mejor actriz con “La última tarde” en el Festival de Cine de Punta del Este, en Uruguay ¿cómo te sentiste en ese momento?

¡Ahí está! (señala su estante) y ahora me vas a decir que lo puse a propósito, pero no (risas) y lo suelo sacar para la obra porque es mi primer premio, le tengo mucho cariño. Además, que te llegué de Uruguay, un lugar bien potente. No podía creerlo, en verdad ganar algo fuera es muy, muy fuerte, igual que el otro premio que recibí en Brasil. Uno trata de no vanagloriarse ni que el ego rebalse, pero no voy a negar que es una sensación muy bonita, que te exprime.  

O sea, es lindo que en tu propio país te reconozcan, es hermoso, pero afuera, es como que no te conocen, solo han visto tu chamba, y recuerdo que con Joel Calero (el director) recibí este primer premio, y luego el segundo festival al que hemos viajado juntos, que fue en México, yo estuve con él cuándo recibió su premio como mejor director. Esas cosas las guardo como un hermoso recuerdo.

Y hablando de agradecimientos, antes eran los aplausos, ahora ¿cómo los recibes después de terminar la obra?
Una amiga me decía que quería quedarse al final en el conversatorio y recuerdo que me dijo: “Debe ser triste no recibir aplausos”. Y, sinceramente, no estoy en el teatro, sería muy extraño que estando en el teatro yo termine y de pronto nadie aplauda. ¡Eso sí sería terrible! Pero estoy frente a una cámara, entonces hay un juego ahí que provoca que yo me conecte con algo más audiovisual que teatral. De lo teatral podría llevarme la presencia de estar en vivo, pero llamarlo incluso “teatro online” tengo mis dudas, por eso yo le digo “obra virtual” y es lo que más o menos creo yo puede nombrar lo que estamos haciendo. Además, con Ernesto sabíamos que no era teatro, no es cine, no es televisión, lleva componentes audiovisuales y esta cosa de la presencia en vivo que tiene el teatro, pero no está el público ahí. Estoy sola con una cámara. No hay manera de compararlo, lo que sí es extrañísimo es que cuando termina la obra se prende una camarita otra vez para yo estar dentro de un conversatorio donde solo veo a Ernesto y a nadie más, y hay un chat donde la gente escribe y pregunta. ¡Y yo no puedo ver a nadie! Sus rostros, su expresión, eso sí lo extraño, la receptividad y las emociones que pueden haber pasado por esa mirada. Porque siempre digo ¿quiénes estarán? Y es todo muy extraño, muy distante, no hay aplausos, pero equivalen a estos que por ejemplo 60 personas que compraron la entrada para vernos se quedaron también durante toda la obra, eso nos pasó el primer día, ese es el interés, ya no está el sonido del aplauso, pero tienes esto otro.
¿Qué significa “Ausente” para ti en estos momentos?

Siento que es un nuevo lenguaje, definitivamente uno de los tantos que va a empezar a florecer, no considero que reemplace a absolutamente nada, pero si hay una gran responsabilidad de parte nuestra, ya no tenemos sala de ensayo, equipo técnico, creo con lo que tengo: Estoy en mi casa, hay un celular, una historia por contar, un buen texto y creo que también ha tenido que ver un poco con la reestructuración de mis talleres virtuales, esa tranquilidad me vino porque comencé a trabajar monólogos con mis alumnas y alumnos de forma online, entonces ya tenía más o menos una idea de cómo podríamos jugar, el actor-la actriz-personaje y una cámara. 

Entonces, algo había ya que se estaba formando, e incluso Ernesto Barraza, el director, fue mi alumno en uno de los talleres y cuando me presentó el texto dije “¡ajá! Ya sabemos más o menos por dónde ir” y hemos creado a partir de esto. He visto obras virtuales –muy pocas– la de Mariana de Althaus, que me gustó muchísimo y la de Lita Baluarte, ambas son videollamadas y cada una como directora ha buscado herramientas para crear. El artista utiliza estos límites que puede haber como impulsos para seguir creando.

Hace poco, en un ensayo en vivo, de la obra “La profesión de la Sra. Warren” con Monchi Brugué y Fiorella Pennano como actrices y Alberto Ísola en la dirección él decía que esta frontalidad le brinda una nueva herramienta al director de teatro ¿qué sentimientos y nuevos aprendizajes han tenido Ernesto Barraza y tú durante la obra?
Yo creo que él se ha sentido traicionado (risas) Te soy sincera, para mí el espacio de la dirección de actores es: mientras más libertad haya, más propuestas broten de tu actor o tu actriz, es genial y ya verá el director si te está haciendo sentir libre, pero de verdad no era que nos juntáramos todos los días, sino que tenía mi casa, y la cámara, y le mandaba ochenta mil propuestas, y ya juntos calibrábamos la mejor opción. Creo que, si bien es una nueva herramienta para el director, también lo es para el actor dependiendo de cómo se aborde la historia, hay un vínculo muy fuerte con esta cosita verde (la luz de la cámara) que se puede utilizar. Una mirada objetiva siempre es importante, puedo autodirigirme hasta cierto punto, digamos que para todos esto es nuevo y hay que tener cuidado, pues estas componiendo y –al mismo tiempo– debes estar concentrada en la historia y querer contarla. Además, algo interesante de estas experiencias en vivo es que no siempre sucede lo mismo.
¿Qué otros retos han supuesto lanzar este proyecto?
Es una gran responsabilidad. Tu estas con el trípode, la cámara, compones, sigues una línea que ya has acordado con el director, emocionalmente tienes que estar aquí, pasar por ciertas estancias y estados, lo que fuere, cuidar que la internet no caiga, que no se pixelee la imagen. Yo termino con una contusión enorme, y además que, dentro de lo posible, tengo que seguir un camino y no perder la concentración. También con el chico de Joinnus que está contando los minutos para que tu entres, y te dice “¡ya!” y tú te quedas sola como el universo, y que dios te ampare porque vamos a ver qué pasa, ya no hay algún compañero con el que te apoyes, alguno de los técnicos que te pueda salvar, el telón, que se corte la cámara y que te digan “ya, retoma”, no. Estas en vivo, con tu manito llevando el celular y con toda tu entrega en la historia. Yo prendo velas por toda la casa para que salga bien, si no las ven es porque he hecho lo posible para esconderlas (risas) te lo juro.
Son 25 minutos con el corazón en la mano…
Nunca he escuchado latir tan fuerte mi corazón, pero de repente todo comienza a fluir, es como que se abre tu cerebro en siete fragmentos, un día me salió un anuncio en el celular, decían algo, y en mi cabeza estaba “Joinnus me va a matar” “¿Qué pasó con el celular?” “Seguro se cortó” “El director no me va a creer” mil y una ideas, pero yo tenía que seguir con la historia.
¿Cómo ha afectado esta situación de pandemia los proyectos que tenías para este 2020?

Me da penita, y lo “gracioso” entre comillas es que todos eran proyectos teatrales, el año se dividía en tres proyectos hermosos con directores, en el Centro Cultural PUCP, otro en un espacio no convencional –queríamos hacer algo bien extravagante– y los talleres de actuación, que tenía en Preludio, Break Teatro y EPIC. Estaba llena de talleres y teatro, y ¡zacatras!, se fue todo al tacho. Entonces salieron estos talleres que se llaman “Habitar” que son los que estoy haciendo sola, online, y otros proyectos de los que aún no puedo decir mucho.  

Ahora no puedo quejarme, he sentido pena es cierto, pero trato de darle la vuelta y ver lo positivo, porque no podemos controlar lo que pasa afuera y quedarse con esa sensación tampoco es bueno, por eso “Ausente” fue una hermosa sorpresa, porque ha venido de toda esta realidad y ha tenido sus buenas críticas. Hay cosas que debemos soltar por más que puedan doler, sobrevive el que se adapta.

Tengo nuevos vínculos, creo que nunca he tenido tantos amigos en Facebook (risas) te encuentras con personas interesantes, bien pajas, en los talleres no suelo pedir como requisito que tengan algún nivel actoral, porque me gusta trabajar con personas que hayan tenido poca o nula experiencia escénica y sacar de ahí algo interesante. Mis alumnas y alumnos han hecho trabajos increíbles, entonces es un momento en el que si, por mi lado, puedo observar a las personas y permitirles expresarse con nuevas herramientas sigue siendo genial. Esto me permite compartir muchas cosas que tal vez antes no hubiese hecho, o tal vez no hubiese conocido a esa persona por alguna otra situación. Estoy tratando de tomar todo lo que está sucediendo y hacer que sea lo mejor para mí.

Cuéntanos un poco más de tu taller…

Se llama “Habitar”, lo estoy soltando a través Instagram y Facebook, el primer grupo ya está formado, trabajo con un máximo de diez personas vía zoom, es un grupo pequeño, pero me permite darle la atención que requiere a cada uno, y si siguen escribiéndome obviamente hago otro grupo dentro de dos o tres semanas más. Y sobre “Ausente” creo que lo rico es que es una historia íntima en un auto-plano-secuencia (risas) que se da en vivo, donde tengo que fungir de camarógrafa y de actriz, y es un reto que, si puede servir de inspiración o referencia para alguien que también quiera realizar algo así, genial. Sobre todo, seguir probando y experimentado, yo creo que ahorita no podemos limitarnos entre nosotros ni juzgar, este es el momento de explorar.  

Yo no quisiera decir que no voy a regresar al teatro, porque es algo hermoso, cada formato es único, pero sí creo que también se nos está dando la oportunidad de seguir creando con otras cosas más, con otros nuevos lenguajes y eso es muy bonito. “Ausente” es una prueba de ello, de cómo puedes crear con lo que tienes. ¡Y mis talleres también! (risas). ¡Los invito a todos a esta última función, que va a estar hermosa!

¡Muchas gracias!
¡A ustedes!

Escrito por

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Medio especializado en el sector Cultura.


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