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Silvia Westphalen: “La piedra me da raíces y me ancla a la tierra”

Entrevista a la artista del mes del proyecto de Culturalia “La Galería”.

Publicado: 2020-08-25

Por: Kiara Barrios

Para Silvia Westphalen la piedra es un material paradójico, pues tiene dureza y fragilidad al mismo tiempo, esta dualidad es la que sorprende y encanta a la escultora que lleva más de 30 años trabajando en este material, transformándolo en ondulados vaivenes que reflejan su naturaleza viva.

“La Galería” de Culturalia ha nombrado a la escultora como la artista del mes, y no podría ser menos cierto, pues la acompaña una gran trayectoria y múltiples exposiciones, pero, sobre todo, un amor hacia el arte que nace de manos de su madre, la recordada Judith Ortiz Reyes, y que se refuerza en el Perú en su primera visita al Cusco con el poeta Emilio Adolfo Westphalen, su padre. Es en este contexto que TVRobles pudo conversar con la artista acerca de su producción artística.


¿Cómo te has sentido durante esta pandemia?
Muy preocupada al ver lo que sucede en nuestro país, estamos pasando por una situación realmente muy difícil, pero he seguido trabajando, desde que regresé a mi taller me mantengo tranquila.
A raíz de esto presentas una nueva serie titulada “Cuarentena” que se presenta en “La Galería” de Culturalia.

Sí, justamente nació por este periodo de confinamiento, mi taller queda en Lurín, a unos 20 km. y al ya no poder ir empecé a hacer estos dibujos que realmente me ayudaron a enfocarme en algo distinto, el momento que dedico al dibujo me permite concentrarme y tener alivio para sobrellevar estos tiempos. Con el tiempo se me hizo una práctica regular. Dibujo todos los días. Me siento muy honrada por la invitación, me parece muy importante abrir una ventana así en estos momentos, y más aún el que hayan decidido abrir con mujeres porque siento que siempre hemos sido muy relegadas y olvidadas en la historia. Creo que hacen falta muchos más espacios como este, ¡qué alegría que ellos lo hayan logrado! 

Además, me sorprendió ver dentro del grupo de trabajo que Culturalia ha presentado trabajos que no conocía y que existan más artistas mujeres. En el Perú somos muchas escultoras, y muy buenas. Lo que si me da mucha pena es que no se da tanta importancia a la educación artística, cuando es una de las disciplinas más importantes para que el ser humano se pueda desarrollar. La pandemia ha sacado a colación este problema, y de verdad, tengo la esperanza de que algún día pueda cambiar.

En palabras de Romina Ortega “la roca se vuelve papel”. Se podría decir que recuerdas la forma de tu material predilecto en esta presentación…
¡Sí! Siempre he buscado comunicar a través de la forma, en el dibujo busco lo mismo y además tengo el color y es algo que es muy rico: ver como se juntan y conviven. Creo que el arte tiene ese lado lúdico de experimentar y probar. Siempre me ha gustado que resalte el color natural de la piedra, lo que he logrado empleando aceite o ácidos, que tienen ese poder de limpiarla y hacer que se aprecien los diferentes colores del mármol.
Iniciaste tu vida en Roma, posteriormente pasaste mucho tiempo en lugares como Lisboa (Portugal) y México, ¿qué te motivó a retornar al Perú?
Estos viajes que hice fueron mucho de acompañamiento a mis padres, me quedé en Portugal para estudiar escultura y así me fui creando, pero siempre retorné al Perú para encontrarme con su paisaje, con las culturas precolombinas que me han atraído desde hace mucho. Siento que estoy en mi lugar, porque en Europa siempre me sentí extranjera. En el Perú me reconozco con el paisaje y con la gente, me siento en sincronía. Además, en nuestro país tenemos este gran privilegio de estar siempre en contacto con el arte, donde sea que viajes siempre hay restos de las culturas anteriores y eso es algo que me encanta. La gente tiene una relación muy directa con el arte, porque no tiene ningún problema en expresar lo que siente o lo que le gusta al ver tu trabajo, a diferencia de Europa donde se cree que si no sabes de arte no puedes dar tu opinión.
Hablando de tu formación, “Suculentas” (2019) cuenta una historia detrás sobre tu relación con la recordada Lika Mutal, quien alguna vez fue tu maestra. ¿cómo llegaste a ella?
A Lika la conocí en Portugal, siempre me llamó la atención su trabajo, realmente creo que ha sido una gran escultora con una relación muy fuerte con el arte precolombino, ella fue mi maestra durante un tiempo, en ese periodo la invitaron a un simposio donde tuve la oportunidad de ser su asistente, el evento duró casi tres semanas y ahí conectamos más. Luego, tuve esta suerte muy grande de que Gam, su compañero, me invitara a escoger estas piedras del taller de Lika, y encontré estas piedras que tienen una historia muy especial, además de las particularidades de sus formas. Ha sido un gran regalo y realmente lo he disfrutado mucho, me ha permitido acercarme nuevamente a Lika.
“Las edades de la piedra” (2017) son también tus edades ¿qué buscas transmitir con lo que plasmas?
Muy diferentes sensaciones, pero creo que una constante de mi trabajo es acercar a la gente a lo tridimensional: la textura, la penetración de la forma. En un momento todo es plano y muy liso pero las formas tienen esta otra dimensión. De hecho, en mi exposición habían señales para que puedan tocar las esculturas, la finalidad era que puedan acariciarlas y apreciar su forma. No todo debe entrar por los ojos, nuestro órgano más grande es la piel y con ella podemos transmitir. En un principio yo intervenía más la piedra, y prácticamente quedaba un vacío, pero después de visitar Cusco por primera vez y encontrarme con todas las construcciones incaicas mis formas recuperan su contenido, porque era antinatural quitarle toda esa expresión a la piedra.
Durante estos casi 30 años de trayectoria ¿qué cambios hay entre la Silvia de sus inicios y la de hoy?
Me siento muy parecida a esa Silvia, pero al mismo tiempo estamos en un cambio constante, trabajar con la piedra ha sido un aprendizaje constante de la paciencia, aprender a darle tiempo al tiempo y confiar en él. Creo que por eso estoy tan obsesionada con la piedra (ríe) porque permanece y es estable, la piedra me da raíces y me ancla a la tierra. Soy como un dinosaurio dedicándome a la piedra. La muestra que hice en el ICPNA fue interesante para mí porque reconozco que estaba en un camino que me ha llevado a este momento, la constancia en mi trabajo es lo que me mantiene.
Los poemas se unen con la piedra…
Sí, hay cosas que resuenan de la poesía dentro mío cuando trabajo, en las exposiciones me gusta más invitar a la gente que escribe poesía que a los críticos de arte, su acercamiento está más para ser leído por especialistas, no es una aproximación que quiera buscar. Prefiero la poesía porque puede llegar a tocarnos muy hondo, dentro de todas las expresiones artísticas, siento que esta es la magia extrema de la palabra.
¿Al empezar un nuevo trabajo la idea de tallado que tenías en un inicio atraviesa por muchos cambios?
Mi trabajo es como el jazz, tiene mucho de improvisación. Inicia con el tema, pero siempre hay algo inesperado: una veta, una ruptura, un dibujo de la misma piedra que de repente me interesa seguir. Hay una contrapartida, porque la piedra no es un material neutro. Incluso encuentras cosas maravillosas como fósiles, sin duda cargan una historia muy rica. Trabajar con este material me trae siempre una sorpresa y creo que por eso me he mantenido tantos años trabajando en la piedra. Siento que trabajo en colaboración con la naturaleza, de la piedra me llevo su firmeza y fragilidad, esta paradoja que siempre me cautiva.
¿Es correcto decir que estas domando la naturaleza con tu trabajo?
Al contrario, la naturaleza tiene una fortaleza más grande que el hombre y siempre nos recuerda lo pequeños que somos, y a su vez es frágil, por la acción del ser humano se ha visto acorralada. Mi trabajo es un homenaje a la naturaleza, como las culturas precolombinas y amazónicas, porque ella es sagrada e indomable.
¿Cuáles dirías que son tus influencias?
La naturaleza, lo que veo a mi alrededor, las formas de las montañas, del agua, de las dunas, incluso la textura de la piel que si las observas con una lupa forman una suerte de redes, siempre las formas más básicas de la vida son las que me han atraído, además de las culturas prehispánicas. Creo que somos el fruto de azares, tuve la influencia de mi madre, con sus pinturas y ver su trabajo siempre alrededor mío me ayudó a sentir que el arte puede ser un camino y puedes dedicarle tu vida a eso. Ella siempre me alentó mucho, su presencia me llevó a expresarme en el arte y la búsqueda de distintos materiales.
¿Qué mensaje daría a todas las mujeres que se dedican a la escultura?
No desperdicien ningún material, hay miles de maneras de expresarse partiendo de un lápiz y una hoja, encuentren algo que las haga sentir cómodas, porque luego viene un momento de exploración personal, que enriquece mucho y que nos ayuda a sentirnos mejor. No dejen de mirar, ni de ir a exposiciones o museos, además de estar atentas a otras formas y trabajos que puedan haber, además del contacto con la naturaleza. Ahora que estamos en casa tenemos acceso a lo que se hace en todas partes, y en el caso de la escultura es importante tenerlas en físico, así que cuando sea posible tienen que ponerse en contacto con su material.
¡Muchas gracias!
¡A ustedes!

Escrito por

TVRobles

Medio especializado en el sector Cultura.


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