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Carol Hernández: “La improvisación permite jugar con este nuevo lenguaje redefiniéndose a sí misma”

Entrevista a la maestra de improvisación teatral Carol Hernández sobre su último proyecto “Había una vez… 2020” que se estrena este fin de semana.

Publicado: 2020-12-18

Por: Kiara Barrios

Este año ha causado un gran impacto en nuestras vidas, para algunos la puso de cabeza y otros se enfrentaron a situaciones completamente nuevas y desafiantes, bajo esta premisa la maestra de improvisación teatral Carol Hernández llega con el nuevo laboratorio testimonial “Había una vez… 2020” para cuestionarnos sobre qué contaríamos sobre el vigésimo año del tercer milenio en un futuro cercano.

En la propuesta Hernández combina la improvisación y la realidad de la mano de catorce jóvenes actores y actrices, seleccionados desde los talleres de Impro Testimonial, que nos contarán, desde sus casas y a su manera, este año de mascarillas, desinfección, caos político, amor, juegos, reconexión y autodescubrimiento.

TVRobles tuvo la oportunidad de conversar con la directora de este proyecto a estrenarse este sábado 19 y domingo 20 de diciembre protagonizada por Alejo Zapata, Andrés Solano, Víctor Ayala, Fiorella Díaz, Fátima Aguilar, Claudia Figueroa, Gianella Sairitupac, Hilda Tovar, Rodolfo Pesantes, Jorge Bazalar, Katherine Loarte, Mauricio Sotelo y Olenka Candela.


¿Qué diferencia a la Improvisación Testimonial de otras técnicas de actuación?

Descubrí la impro testimonial hace seis años con el montaje “Diario Amar”, fue Christian (Ysla) quien trajo la idea de meterle nuestros testimonios. Ese bichito ya lo teníamos dentro desde “Criadero” de Mariana de Althaus y del “Proyecto 1980-2000” de Claudia Tangoa y Sebastián Rubio, que también habían partido de esta técnica para construir sus obras, la primera cuenta tres historias reales interrumpidas por llantos y la vida misma, mientras que la segunda toca el tema del conflicto armado interno del país. Muy, muy sensibles.  

Así comenzó improvisación testimonial, técnica que amo y enseño en mi taller, donde trabajamos en un proceso de sensibilización y memoria con los alumnos que les permitan estar en contacto con su historia personal para compartirla con el público.

¿Cuál fue el proceso de selección para los catorce jóvenes que conforman el elenco?

Primero pasamos por unos cuatro o cinco meses en los que analizábamos piezas testimoniales, pensando en que esto acabaría pronto, y de pronto me pregunté ¿Si juntamos todo esto en un montaje? ¿Qué podemos descubrir? Una vez que llega junio y me doy cuenta de que esto (la cuarentena) tiene para largo, empezamos el proceso de selección.  

Ahora ¿por qué los escogí? Descubrí en ellos un buen material para compartir, tienen también –y esto es muy importante– distancia temporal o emocional de lo que están contando y, sobre todo, por el tiempo que le estaban dando al número, muchos postulantes tenían buenos proyectos, pero se notaba que no había mucha cabeza para desarrollarlos, y ese es un factor determinante en el proceso de selección de cualquier trabajo artístico.

Vamos a encontrar muchísimas historias que han sido parte de este turbulento año, además de eso ¿Qué conecta a los miembros del equipo?
Todo el mundo está entregando algo, desde lo dramático que puede ser Andrés hasta el humor de las payasas. La gente que pasa por el taller de Impro Testimonial conoce bien esta frase: “Lo que pasa en testimonial, se queda en testimonial” porque es un espacio en el cual se entrega tanto y se dicen tantas cosas que exige dar mucho de ti mismo, de cambiar de chip. El mundo, en general, ha pasado por crisis políticas y sanitarias, que, si bien no son lo más óptimo, también terminan por conectarnos a todos.
Bajo la misma idea de este laboratorio testimonial ¿Cómo contarías el 2020?
Como un año que me retó y me hizo descubrir que podía enseñar virtualmente, que rompió las barreras, porque tengo alumnos de Arequipa, Cusco e incluso, Argentina, un año que me trajo grandes amigos y amigas. En un sentido más profundo, me permitió acercarme mucho a mi hija y ser consciente de su crecimiento, creo que verla crecer es la prueba más latente de que la vida sigue. Es verdad que durante el 2020 muchas cosas se detuvieron, hay proyectos que no marcharon, pero nuevas cosas aparecieron, y aunque la vida no sigue como esperábamos aun así hemos seguido nuestro curso.
A través de redes sociales fuiste compartiendo parte de las historias que se verán este sábado y domingo. ¿Cuáles crees que pueden marcar más al público peruano?

En este caso el testimonio de Andrés es uno que todos hemos vivido desde cualquier óptica ya sea viendo las noticias, marchando o con cacerolazos: la crisis política nos ha marcado. También el número de una de las payasas que inicia con: Y, tú, ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho? Que refleja también lo creativos que nos hemos puesto en cuarentena haciendo miles de cosas para no perder la razón, sobre todo en la cocina (risas). Luego esta “El rito de los muertos” que más allá de Inti y Bryan –cuyos decesos también han dejado una huella– todo el mundo ha perdido gente este 2020, y yo sé que todos los años fallecen personas, eso es evidente, pero ahora hemos tenido a la muerte más cerca.  

Otro de los temas ha sido el cuidado del adulto mayor, de nuestros abuelitos en pandemia, demostrando el mayor acto de amor alejándonos de ellos, esto deriva muchas veces en la culpa, que retratamos desde otro enfoque con una payasa: ¡Estoy feliz! ¿Y por qué no lo demuestras? No, porque el Perú está mal, la gente me va a juzgar ¿Por qué ocultarlo? ¡Aprovecha que puedes serlo ahora, abraza tu felicidad! Esa también ha sido una situación por la que todos hemos pasado a nivel personal.

Durante la cuarentena nos hemos enfrentado a nosotros mismos, a manejar emociones muy diferentes ¿Qué beneficios trae participar de un taller de impro para contrarrestar y conectar con todo eso?

Tanto el impro como el clown parten del juego, y si antes nos costaba hacerlo ahora es más difícil –al estar frente una pantalla– porque tu cuerpo no está activo, por eso más que nunca es importante cuidar del espíritu. Físicamente tenemos la distancia social, la mascarilla, la desinfección, pero igual de necesario es reír, que nuestro espíritu se sienta cuidado y protegido, que olvides la chamba y puedas tener un espacio para liberarte.  

En estos momentos la socialización está ampliando su significado, porque el entorno en el que nos movemos normalmente ha cambiado, nos comunicamos desde un nuevo enfoque y la improvisación permite jugar con este nuevo lenguaje redefiniéndose a sí misma.

El ojo de pez…
¡El ojo de pez! Para tocar ese punto tengo que hablar de los retos que supuso montar la obra desde la virtualidad, el principal, claro está, es el de la señal, pero también –al enfrentarnos a algo que es casi audiovisual– encontrar encuadres que permitan contar la historia desde un nuevo enfoque. El ojo de pez nace con las payasas, ese se convierte en su código y es divertido porque sus personajes se deforman, les crece la nariz, los ojitos, y ayuda a que el espectador pueda entrar nuevamente en el estado de juego. La propuesta de trabajar como payasas también parte de lo que ellas me entregan, igual con los chicos que me acompañan, una de las actrices realiza su personaje a partir de un ejercicio que vimos en el taller, de esa manera vamos avanzando.
¿Qué mensaje trae “Había una vez… 2020”?
Bueno, a mí no me gusta mucho aleccionar (risas) pero lo que queremos decir es que no nos quedemos solo con lo malo, es cierto que este año ha sido bastante difícil, pero nos ha dado otras cosas. Cuenta el 2020 desde tu perspectiva, pero permite que los demás también lo hagan desde la suya. Todos y todas estamos construyendo una memoria colectiva, la cual debemos escuchar, comprender y respetar.
¡Gracias Carol!
¡A ustedes!

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