Por: Michel Pando.

Mucho se ha escrito ya sobre “Canción sin nombre” (2019), ópera prima de Melina León, quien fuera la primera directora peruana en presentar una película en el prestigioso Festival de Cannes. Ahora el film se encuentra en carrera por la nominación a Mejor Largometraje Internacional, en la 93° edición de los Premios Oscar. La película cuenta con varios premios internacionales, destacando los siguientes como Mejor Largometraje en el Festival de Estocolmo (Suecia), Mejor Dirección en el Festival de Thessaloniki (Grecia), el Premio FIPRESCI Nuevas Visiones/Nuevas Voces en el Festival de Palm Springs (Estados Unidos), entre otros.

La trama que Melina León trae a colación, no se trata solo de una historia conmovedora basada en hechos reales. De hecho el testimonio que aquí se ha manifestado, es frustrante, crudo y hasta desesperanzador. En efecto cuenta la realidad del peruano a finales de los años ochenta, en un contexto azotado por el terrorismo de Sendero Luminoso. Muestra pues, una realidad franca, compleja, cercana, con un tópico ya bastante conocido sobre este tiempo; pero que abarca muchos otros temas de interés como la corrupción, el abuso policial, la homosexualidad, el analfabetismo entre muchas otras sub-tramas durante la hora y media de duración.

La película ha contado con un excelente staff que ha sabido llevar con cuidado los detalles. No está demás una mención al importante trabajo de vestuario y cuidado histórico. La trama toma como eje la historia de Georgina Condori (Pamela Mendoza) una madre joven y provinciana, quién cae víctima de una red de tráfico de infantes; el periodista Pedro Campos (Tommy Párraga) coprotagonista del film, al enterarse del caso, intentará ayudar a Georgina. La protagonista se ve en una situación desesperante donde no hay justicia para los pobres y tiene que cantar una canción de cuna al viento, deseando a lo lejos que su hija pueda escucharla.

Fueron tantas las vidas desgarradas y muchas las historias que merecen pantalla debido a este triste contexto de violencia armada en el país. Por lo cual, la afamada Canción sin nombre, es una ventana a una de las tantas vidas desoladas que dejaron esos tiempos. Incluso hoy a más de treinta años de los hechos hay voces que se mantienen en silencio, historias que necesitan visibilidad. El sétimo arte es una forma útil para sensibilizarnos al respecto y recordarnos de dónde venimos, para ver en donde estamos y hacia dónde vamos.

El largometraje de Melina León cubre esta necesidad, sin duda es una película que todos los peruanos deberíamos ver y también disfrutar, ya que ha sabido captar la intimidad del suceso y lo ha traducido en un lenguaje plástico de primeros y primerísimos planos, con una sensibilidad digna de cualquier obra maestra del cine.

Canción sin nombre inició su gestación al ganar el Concurso Nacional de Proyectos de Largometrajes de Ficción del Ministerio de Cultura en el 2014. Este premio le dará un giro trascendental para su concepción; para el 2015 la película, recibió el apoyo del Programa Ibermedia por la coproducción, posteriormente de La Vida Misma Films, MGC, La Mula Producciones y Bord Cadre Films. Todo este trabajo en conjunto sirvió para dar a luz a este gran proyecto que hasta ahora se ha llevado los reconocimientos y fama mundial que se merece.

El próximo 15 de marzo, se publicará la lista de nominados para la gala del 25 de abril de los Premios Oscar. Y hoy 9 de febrero se filtraran a los pre-candidatos, por lo cual esperamos que la cinta consiga un puesto en los nominados del 15 de marzo. Independientemente de los resultados de esta selección, Canción sin nombre ya se ganó el prestigio de la crítica y un reconocimiento especial de todos los peruanos.