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FUENTE: SCREENSHOT DE LA PELÍCULA.

“Vidas de papel”: ilusiones rotas del ayer, por Michel Pando

“La verdad es que la cinta retrata la vida de un ‘hijo de la calle’. En este punto la película es desgarradora, y sí logra sacarte unas lágrimas, sobre todo al final...”

Publicado: 2021-04-10

Por: Michel Pando.

El pasado mes de marzo Netflix estrenó en su catálogo una nueva película turca: Vidas de papel (2021), originalmente titulada “Kagittan Hayatlar”. El metraje está dirigido por Can Ulkay, conocido internacionalmente por su galardonada obra del 2017: “Ayla, la hija de la guerra”. El director trabajó conjuntamente con el guionista Ercan Mehmet Erdem y Serkan Güler como director fotográfico. La película tiene una duración de 96 minutos donde se desarrolla el drama de Mehmet y Alí, interpretados por Çagatay Ulusoy y Emir Ali Dogrul respectivamente.

La trama de estos estelares giran en torno a la vida de Mehmet (Ulusoy), un hombre enfermo que dirige un depósito de residuos en Estambul. En dicho establecimiento se emplea personas de todas las edades, desamparadas en su mayoría; ahí todos son recicladores y forman una gran familia. La acción del filme comienza cuando Mehmet encuentra un niño llamado Alí (Dogrul) en uno de los sacos del reciclaje; inmediatamente ambos tienen una fuerte conexión que los volverá inseparables. Motivado por esta empatía, el protagonista hará lo posible por ayudar al pequeño, empero, las circunstancias y la propia historia del inocente solo le traerá más dolor.

En cuanto a la esencia del guión, encontramos una metáfora que utiliza a los personajes cual el ‘soldadito desconocido’ como un símbolo figurativo y anónimo que representa la orfandad. El filme muestra un discurso esperanzador a través de Mehmet, pero solo al principio, mostrando su éxito como ciudadano y trabajador. Para luego contraponer dicho aspecto de su desarrollo profesional con el personal, mostrando las consecuencias mentales y emocionales que dicho trauma de abandono deja en las personas e incluso arrastran hasta la adultez. En la película este doble discurso es introducido por el personaje que Emir Ali Dogrul interpreta, quien resulta ser un alter ego de Mehmet y explicaría el proceso doloroso del desamparo a menores y los traumas que ocasiona.

La verdad es que la cinta retrata la vida de un ‘hijo de la calle’. En este punto la película es desgarradora, y sí logra sacarte unas lágrimas, sobre todo al final; sin embargo, el ritmo narrativo inicial tan acertado e imprevisible, se pierde tras la interacción entre los protagonistas haciendo evidente los huecos del guión y cae estrepitosamente con lo predecible que se torna; lamentable para un filme que te atrapa con facilidad por las excelentes interpretaciones de todo el reparto. Además de tener una fotografía romántica y paleta de colores en tonos ocres, rojizos y terrosos que transmiten nostalgia y va perfecto con la historia, por lo que el aspecto visual no hay nada que reprocharle.

Finalmente, hay un punto poco acertado en la narrativa que le restó encanto y ese fue el recurso de proyección del protagónico en otro personaje; aunque era una buena idea, este es insinuado muy pronto, de modo que cuando es revelado se siente soso y el impacto que debió causar ‘no cuaja’ del todo. En cualquier caso y al margen de sus traspiés, Vidas de papel tiene un argumento reflexivo digno de conocerse y es una película sencilla de disfrutar y con la cual conmoverse.


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