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Úrsula Alvarado: “Escribir lo que nos duele, ayuda”

Entrevista a la poeta Úrsula Alvarado a raíz de su última publicación “Canto a la hoja que cae”.

Publicado: 2022-01-11

Por: Selva Vargas.

Úrsula Alvarado, poeta y quien en la actualidad dirige la asociación cultural “Poesía en la ciudad”, conversa con TVRobles sobre su más reciente publicación: Canto a la hoja que cae, un lírico recorrido que nos adentra a un cuerpo herido. La entrevista a continuación:


¿Cómo nació la idea del libro? ¿Cuánto tiempo te tomó escribirlo?

La idea del libro nació a raíz de un accidente, eso fue en el 2014. Al inicio fue complicado porque fue algo grave y no había pensado en escribir acerca de eso, pero luego, aunque no me fue tan fácil escribir por algunos problemas de concentración, comencé a escribir algunas cosas, relacionadas primero al hastío de estar tanto tiempo en cama, que fue lo más chocante para mí porque siempre he sido un tanto hiperactiva, y luego con el transcurso del tiempo me fui dando cuenta de que había algunos textos que tenían un hilo conductor y que podía formar un libro con ellos. Esto fue entre el 2015 y el 2018, que fue cuando escribí los dos últimos poemas del libro. Quería publicarlo ese año, pero pasaron mil cosas, inclusive luego la pandemia.

Hay muchas formas de llegar a la literatura, en este caso a la poesía. ¿Crees que el estar enfermo sea una de ellas?

Creo que estar vulnerable te hace mirar las cosas desde otra perspectiva. Desde que era niña he leído poesía, luego he tratado de escribir poesía en diferentes etapas de mi vida, pero definitivamente esa época en especial en la cual estuve postrada en cama me hizo ver las cosas de una manera muy diferente.

Recuerdo por ejemplo que era chocante para mí salir a la calle en silla de ruedas o en muletas; siempre fui consciente de que la ciudad no es accesible para las personas que tienen que usar sillas de ruedas por ejemplo, en realidad no es accesible para muchos, pero vivirlo es otra cosa.

Hay un poema del libro en el que me propongo ver el mundo de cabeza, y es que a veces necesitamos ver las cosas desde otra perspectiva, con la enfermedad te sientes muy pequeño, como fuera del orden.

En una edición de la Antifil presentante una mesa diálogo acerca del cuerpo, la poesía y la enfermedad. ¿Qué impresiones tienes de estos puntos en conjunto?

Sí, fue en la Antifil del 2020. Justamente a raíz de la pandemia, todos nos aferramos a cosas que podíamos hacer en casa y estas cosas todas vinculadas al arte; de pronto muchos compartíamos poesía en redes, dibujábamos, creábamos. Creo que la poesía te permite un acercamiento diferente al cuerpo, a los dolores del cuerpo.

Cuando comencé a escribir el libro efectivamente hice una vinculación entre la enfermedad y la palabra, o por lo menos traté de abordar la enfermedad por medio de la palabra; pero cuando llegó la pandemia se me hizo mucho más evidente este poder que tenía la palabra para transmitir toda esa avalancha de sentimientos que a veces nos embargan, no solamente el miedo a la enfermedad, sino esa frustración, ese hastío, y el dolor propiamente dicho, porque el dolor físico muchas veces se minimiza. El dolor físico es terrible porque te agota, te saca de ti, te aniquila.

Traté de estudiar un poco más acerca de esta combinación entre poesía y enfermedad. Durante el tiempo de la pandemia volví a leer muchos textos que tenía sobre el tema. Releí por ejemplo a Eduardo Borjas, a Mario Morquencho, que fueron poetas que invité al recital de la Antifil, bueno, Eduardo no se pudo conectar por motivos personales. Y comencé a bordar nuevas lecturas sobre el tema, leí Cuadernos de quimioterapia de Victoria Guerrero, Corazón de hojalata de Margarita Saona. Ya la enfermedad, que es algo que nos lacera tanto, se ha abordado durante mucho tiempo a través de la poesía como una manera de poder encontrarnos, comprendernos.

Creo que el hecho de escribir lo que nos duele, ayuda, no sé si utilizar la palabra terapia, porque eso va a depender de cada uno, pero sí creo que ayuda mucho porque cuando uno está enfermo siente por mil, siente muchas cosas y hay mucho desorden adentro. El escribir implica que ordenes las ideas para poder pasarlas a un papel y en ese proceso creo que te vas entendiendo y vas aceptando algunas cosas.

Siempre cuento que en el tiempo que estuve postrada en cama fue una bendición encontrar una conferencia que ofreció José Watanabe precisamente sobre el tránsito de la depresión a la creación, porque era algo que él había vivido cuando le diagnostican cáncer y cuenta cómo se bloquea y no puede escribir, y conforme va saliendo empieza ejercitando, poco a poco, escribiendo en una tabla de planchar. Cuando vi estos videos entendí que lo que me estaba pasando era normal, que estaba viviendo un shock y que esto iba a pasar.

José Watanabe dice directamente que para él escribir es un acto terapéutico, yo creo que sí ayuda.

Se percibe también en el libro, del inicio al fin, una suerte de recorrido hasta el alivio del cuerpo herido, justamente lo que comentas, como si la poesía hubiese fungido de bálsamo que ayuda a sanar.
Sí, hay un recorrido en el libro. Bueno, el libro tiene dos secciones y en la primera me parece que la voz poética está todavía un poco enfadada, no sabe muy bien qué hacer con todo lo que siente o con todo lo que le ha producido este dolor y sí creo que en la segunda parte del libro la voz poética quizá encuentra cierta calma y se vuelve más reflexiva, en el sentido de que va entendiendo que todo lo que pasa no es una condena, sino que es un proceso y creo que en ese entendimiento encuentra el alivio, entiende lo que sucede y que esa hoja no está condenada a caer y que puede hacer lo que quiera.
Al final del libro citas a Dickinson: “We never know how high we are till we are called to rise”. ¿La poesía nos devela una realidad elevada?

Esa cita de Dickinson me gustó mucho, ella era una poeta que adolecía también de una enfermedad y a pesar de eso se aferró a la palabra, que era su gran talento, para vivir cosas que posiblemente en su propia vida no pudo. Creo que la poesía nos hace vivir de diferentes maneras y nos presenta también diferentes posibilidades. No recuerdo quién dijo que la poesía es el lugar donde todo sucede.

Entonces creo que la creación, la palabra, la poesía te permite formularte miles de posibilidades y luego ya uno ve las que quiere convertir en realidad. En mi caso, me pareció interesante jugar con las posibilidades de esa hoja que ha caído.

En esta parte de la entrevista me gustaría preguntarte acerca de tu labor como gestora cultural, siendo tu página “Poesía en la ciudad” una plataforma para difundir presentaciones de libros, eventos, realizar eventos también. ¿Cómo se ha estado dando este quehacer cultural actualmente?

Bueno, yo soy administradora de turismo y por eso tengo mucha cercanía con Lima y realizaba recorridos en el Centro de Lima y con la llegada de la pandemia tuve que dejarlos. En este tiempo de pandemia me dediqué mucho más al proyecto “Poesía en la ciudad”, que pretende precisamente seguir abordando Lima, pero vinculándola con la poesía, que es otra de mis grandes pasiones.

Las redes sociales me posibilitaron seguir haciendo difusión, además me parece que fue necesario durante la pandemia y, conforme ha pasado el tiempo, se han ido organizando eventos, ya sean virtuales o presenciales, que he compartido con la finalidad de apoyar al arte; sin embargo, creo que la gestión cultural, que es un tema que me interesa bastante, debe enfocarse en el sentido de que sea útil a la sociedad. Me gustaría orientar mi proyecto a que sea realmente útil y que aborde temas que puedan ayudar a mejorar un poco la vida de la ciudad.

A fines de octubre difundí un pequeño documental en donde hablo un poco acerca de las poetas y su interrelación con Lima. Abordar este tema del que hablábamos antes, que la ciudad no es accesible para todos y fue un reto para mí porque soy una amante de la ciudad, a mí me encanta Lima, pero necesitaba escribir el guion del documental y cuestionarme. La gestión cultural tiene que estar al servicio de la gente, no solamente difundir arte o poesía solo por el gusto de hacer difusión, sino que la gestión debe estar orientada a que las cosas que deban cambiar, pues, mejoren. En ese sentido, el documental Una ciudad como yo es un llamado a la reflexión y a darnos cuenta de que, por ejemplo, en mí caso, la ciudad que tanto amo no es accesible a todos y es como un indicador de adónde quiero llegar.

¿Estás pensado continuar con estas actividades en Lima o alguna otra publicación?

La idea es volver a realizar los recorridos en Lima, que es algo que me encanta. Imagino, espero, que conforme vayan mejorando las cosas relacionadas a la pandemia se van a ir aperturando nuevas oportunidades para regresar a los recorridos.

Y con respecto a la creación, en este momento tengo un poemario que está casi a la mitad, pero aparte estoy investigando porque el tema del documental, el tema de poetas en Lima, o interrelación de las poetas y Lima, me gustaría ahondarlo con la finalidad de escribir y publicar algo relacionado a ello. Ahora estoy emocionada encontrando mucha información también; muchas escritoras, muchas poetas han escrito sobre Lima y eso es lo que me tiene entretenida por ahora.

Claro, está el caso de la poeta Nelly Fonseca, que salía vestida de hombre a recorrer Lima, un acto que te abría la ciudad de otra manera.
Sí, incluso Nelly Fonseca, que tuvo que vestir de varón, y esta realidad no solamente es peruana.
Claro.
En muchísimos lugares las escritoras tenían que vestirse de varón para poder acceder a lugares en donde no eran bienvenidas, como las bibliotecas, por ejemplo, y también los bares. Me parece que es un tema interesante y a ver qué sale de ahí.
¿Sigue habiendo espacios restringidos para las mujeres?

Sí, yo creo que sí. Uno de los recorridos que hacía antes de la pandemia era el de “Cafés y bares de antaño”. Si bien hoy una mujer puede entrar a un café, a un bar, es cierto que todavía hay gente que sigue descalificando a una mujer que va sola a un bar, aún hay mucho prejuicio. Y no solamente en los cafés, de repente hay algunas calles en la ciudad donde supuestamente una no debería caminar sola, o si ya caminas por ahí no puedes quejarte de nada porque sino “[...] buscamos un toqueteo o que nos falten el respeto”, todavía a la mujer se le ve como culpable de ciertos abusos por el hecho de estar en un lugar donde “[...] no debería”, lo que es una locura.

Sería interesante poder ahondar en esta idea de la mujer como parte del panorama, pero no integrada, no siendo también partícipe de la actividad, siendo vista, siendo observada.
Creo que es interesante que poco a poco se está cambiando el chip, estamos avanzando, pero todavía nuestra sociedad es muy conservadora. Y nosotros como gestores culturales, como escritores, tenemos que poner nuestro granito de arena, creo que tenemos la posibilidad de hacerlo.

Escrito por

TVRobles

Medio especializado en el sector Cultura.


Publicado en

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