Presentan libro “En busca de la tierra del padre” en el Centro Cultural de España
El autor Manuel Piqueras Luna junto al arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos reflexionaron sobre la estética “neoperuana” de Piqueras Cotolí, quien fusionó lo europeo y lo andino.
Por: Mariluna Cabana Bazán.
Se presentó la segunda edición del libro “En busca de la tierra del padre. Manuel Piqueras Cotolí (1885-1937)”. El 10 de octubre, en el Centro Cultural de España. La obra, escrita por su nieto Manuel Piqueras Luna, rinde homenaje a la vida y obra del arquitecto español. La actividad contó con la participación del arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos y las reflexiones del curador Max Hernández, quien envió una carta para la ocasión.
Piqueras Luna agradeció la oportunidad de homenajear a su abuelo “Este libro busca plasmar la profunda conexión de Piqueras Cotolí con las raíces prehispánicas del Perú, fusionando lo europeo y lo andino en una nueva estética que llamó neoperuano”, expresó el autor. A lo largo de su discurso, destacó la obra visionaria del arquitecto, quien a contracorriente de su tiempo, integró elementos de las culturas precolombinas en sus creaciones arquitectónicas y escultóricas.
Mestizaje artístico
Ortiz de Zevallos sugirió que el mestizaje interiorizado de Piqueras Cotolí podría haber sido una de las claves que lo llevaron a adoptar una visión integradora en su obra. Al ser cordobés, una región marcada históricamente por la convivencia de culturas musulmana, cristiana y judía pudo haber desarrollado una sensibilidad hacia la mezcla de tradiciones. “Él tenía ese mestizaje dentro, [esto] lo preparó para abrazar la cultura peruana con una visión integradora”, afirmó Ortiz de Zevallos.
Este trasfondo personal probablemente influyó en su capacidad para esa fusión cultural. El impacto del mestizaje lo podemos ver claramente en obras como la fachada de la Escuela Nacional de Bellas Artes (1924), donde la entrada está coronada por una representación del dios de los báculos, un símbolo de poder en la cosmovisión andina. También se aprecia en el Pabellón del Perú en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929), cuyo frontispicio incluye representaciones del dios Viracocha, que aparece tutelando el escudo nacional.
Esta visión sobre esta nueva estética del mestizaje quedó plasmada en un fragmento escrito que presentó Ortiz de Zevallos de una entrevista en El Liberal de Sevilla en 1927 en donde Piqueras Cotolí menciona: “Quiero que quede plasmada la tendencia hacia el arte que llamaremos nosotros también neoperuano. Por tanto, el pabellón responderá a las características del arte moderno; pero sin olvidar ninguna de las dos influencias española y precolombina, o prehispánica”.
Basílica de Santa Rosa
Una de las anécdotas compartidas durante la presentación fue el rechazo que sufrió su proyecto para una basílica dedicada a Santa Rosa de Lima en 1936. El diseño fue considerado “demasiado indigenista” por el comité evaluador, evidenciando la radicalidad de su propuesta estética. Piqueras Cotolí buscaba que “Santa Rosa se volviera peruana, y no simplemente una figura de basílica occidental tradicional”, explicó Ortiz de Zevallos.
La actividad concluyó con la lectura de una carta enviada por el curador Max Hernández, quien elogió el trabajo de Piqueras Cotolí como pionero del mestizaje en el arte peruano. La presentación no solo sirvió como homenaje a su obra, sino también como un llamado a la reivindicación de su legado, que sigue siendo fundamental para entender la identidad cultural del país.
Cabe señalar que la publicación de esta segunda edición representa un esfuerzo por mantener viva la memoria de un artista que se atrevió a cuestionar los cánones establecidos, proponiendo una nueva forma de entender y representar la identidad peruana a través del arte y la arquitectura.