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foto por: mariluna cabana.

125 años: Homenaje artístico a la inmigración japonesa en el Perú

La muestra del Centro Cultural Peruano Japonés celebra el legado cultural de la comunidad nikkei a través del arte de destacados adultos mayores, incluyendo testimonios que dan vida a más de 100 años de historia compartida.

Publicado: 2024-12-16

Por: Mariluna Cabana.

La exposición “125 años de integración y color” es un homenaje a la inmigración japonesa en el Perú, celebrando el intercambio cultural que comenzó con la llegada del barco Sakura Maru al puerto del Callao en 1899. La muestra anual del Centro Cultural Peruano Japonés reúne los trabajos de 22 adultos mayores de la comunidad nikkei que integran el Taller de pintura del Centro Recreacional Ryoichi Jinnai, bajo la dirección del artista plástico Freddy Quintana.

Entre las piezas expuestas, los testimonios de Susana Maehara, Ria Tsuboyama, José Yoshida Sherikawa y Alicia Ryan de Kobashigawa permiten hilar una narrativa que conecta historias de sacrificio, amor y resiliencia. Sus vivencias reflejan el sentir compartido de quienes participan en esta muestra, donde a través de sus obras han plasmado recuerdos, emociones y el legado de la comunidad nikkei. Cada pintura es un testimonio vivo de la integración cultural que ha dado forma a su identidad.

Arte como legado

El profesor Freddy Quintana, curador y mentor de los artistas participantes, destaca que esta muestra está compuesta íntegramente por adultos mayores, cuyas edades oscilan entre los 70 y 90 años. “La belleza que uno puede transmitir no tiene edad”, reflexiona Quintana.

El Centro Recreacional Ryoichi Jinnai, donde se desarrolla este taller, tiene como objetivo brindar a los adultos mayores de la comunidad nikkei un espacio para mantener sus raíces culturales vivas, mientras se fomenta su bienestar emocional y social. “Para las personas mayores, el arte no solo es una forma de expresión, sino también una ocupación que llena de propósito sus vidas”, menciona el docente. Este enfoque integral permite a los participantes reflexionar sobre su identidad cultural y plasmar en sus obras la riqueza de la fusión entre las tradiciones japonesas y peruanas.

Portal entre culturas

La obra de Susana Maehara, titulada “Kama: Fortaleza, sabiduría y amor”, es un homenaje al legado de su abuela, Kama, cuyo nombre da título a la pintura. La conmovedora historia detrás de esta obra relata cómo sus abuelos llegaron al Perú. “Mi abuela nos contaba cómo el día de la partida, ambos subieron al barco para despedirse”, dice Susana. En ese momento, su abuelo le dijo a su abuela: “Ya es hora de partir”. Fue entonces cuando ella reveló que la familia había gestionado a escondidas los trámites para que también pudiera viajar, marcando así el inicio de su historia familiar.

foto por: mariluna cabana.

En la composición de su obra, Maehara representa la integración cultural a través de dos planos principales: el primer plano, donde destaca una figura femenina con vestimenta tradicional japonesa, y el fondo, que retrata un paisaje peruano junto a otra figura femenina vestida con trajes típicos del Perú. Ambas figuras están conectadas por un portal que simboliza el vínculo entre las dos culturas.

Unión cultural

En su obra “El Pacífico nos une”, Ria Tsuboyama captura la unión entre Japón y Perú a través de un fondo azul que representa el Océano Pacífico, el mismo mar que surcaron los primeros inmigrantes japoneses al partir de Yokohama hacia el Callao. “El viaje fue sacrificado, pero yo he querido representar las algas del mar como flores, porque simbolizan la esperanza y el amor”, explica la artista​.

El elemento central de la obra son dos manos uniéndose, un gesto que simboliza la amistad y el encuentro entre dos culturas. Una de las manos está adornada con la manga de un kimono japonés, mientras que la otra presenta motivos incaicos, creando un sincretismo visual que refleja la fusión de las tradiciones japonesas y peruanas. “Es como decir ‘chócala’”, comenta Tsuboyama.

foto por: mariluna cabana.

Un detalle notable es la textura en relieve que Tsuboyama trabajó pacientemente con masa y stencils para dar forma a los patrones de las mangas. La artista también destaca que utilizó óleo al agua, una técnica que, a diferencia del óleo tradicional, no daña la salud ni el medio ambiente. “El óleo al agua permite trabajar sin el uso de químicos dañinos, y eso también tiene un propósito más ecologista”, afirma

Dualidad espiritual

El artista José Yoshida Sherikawa, con sus 90 años, representa la voz de una generación que ha vivido la fusión de las culturas japonesa y peruana. El único hombre entre las participantes, sorprende con dos series de pinturas. La primera, titulada “La dualidad espiritual de los inmigrantes”, refleja la convivencia entre las religiones cristiana y budista-shintoísta, representada a través de elementos como el Buda y la cruz cristiana. Yoshida describe esta obra como un intento de “plasmar la coexistencia espiritual que caracteriza a la comunidad nikkei”.

“Vinieron como budistas shintoístas, se convirtieron al cristianismo, pero nunca dejaron de ser budistas sintoístas”, relata Yoshida. En su pintura, esto se manifiesta con la coexistencia armónica de los símbolos religiosos, transmitiendo cómo las primeras generaciones inculcaron un respeto profundo por sus tradiciones, un legado que Yoshida asume con orgullo.

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Su segunda serie de obras nos presenta una serie de tres pinturas dedicadas a la Luna y el bambú. La primera, en estilo sumi-e, está realizada en una paleta monocromática, con tonos negros y grises que evocan la serenidad del paisaje japonés. Las otras dos piezas, llenas de color, muestran la luna enmarcada por cañas de bambú y montañas, representando la tranquilidad y el contemplar como actos de reflexión. “Las tres vienen a ser un conjunto donde trato de que las personas vean la luna llena desde diferentes ángulos y perspectivas, con la paz que transmite al observar”, explica Yoshida.

Generaciones unidas

Alicia Ryan de Kobashigawa presenta “El legado”, una obra que fusiona una técnica delicada con una profunda simbología personal y mística. La figura central, representada por una niña que sostiene una sombrilla japonesa, es un retrato de su nieta, símbolo de la continuidad y esperanza en las generaciones futuras.

“Estas somos mi abuela, mi mamá y yo”, menciona la artista al referirse a las tres esferas que se integran de manera sutil en la composición. Este elemento, cargado de significado, es un homenaje al legado femenino que ha marcado la historia de su familia.

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La obra se enriquece con otros detalles simbólicos que aportan profundidad a su narrativa visual. La mariposa que revolotea a un costado simboliza a su hijo fallecido, mientras que el colibrí, que aparece con delicadeza, conecta con el significado ancestral que tenía en las Líneas de Nazca: “Era un aviso de buena cosecha y fertilidad”, comenta Alicia. Para ella, además, el colibrí es un mensaje espiritual que representa la unión con su hermana, fallecida poco después que su hijo, fortaleciendo la idea de que ambos permanecen juntos.

En el fondo, la delicada floración de los cerezos y las pinceladas suaves en tonos pastel evocan un aura de serenidad y esperanza. La combinación de elementos peruanos y japoneses –desde los paisajes hasta la vestimenta tradicional– refuerza la integración cultural que ha definido su obra.

Homenajes póstumos

La exposición también dedica un espacio especial para honrar la memoria de Augusto Kohatsu y Hisako Nakachi de Yamashiro, artistas fallecidos. Kohatsu, con su obra “Ponciana”, captura la belleza de un árbol que simboliza la vida y la trascendencia, con flores rojas que reflejan la alegría y el ciclo de renacimiento. Por su parte, Nakachi nos deja “El Inmigrante-Bokuyo Maro 1935”, una pintura de un imponente trasatlántico, homenaje a los primeros japoneses que llegaron al Perú en busca de un futuro mejor.

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La muestra “125 años de integración y color” no solo celebra el talento artístico, sino también la memoria y el legado de la comunidad nikkei. Cada obra es un puente entre el pasado y el presente, una manifestación del amor, la resiliencia y la integración cultural.

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Cabe señalar que la exposición puede ser visitada en la Galería de arte Ryoichi Jinnai del Centro Cultural Peruano Japonés (Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María) hasta el 12 de enero de martes a domingos de 10:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 2:00 p.m. a 8:00 p.m. (cerrado en feriados). El ingreso es libre.


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