Barrio, identidad y resistencia
Joan Jiménez redefine lo afroperuano desde el arte cuestionando los imaginarios establecidos mientras reafirma sus raíces y su experiencia como migrante. “Uso el papel o el lienzo o los pinceles como herramientas de batalla”.
Por: Mariluna Cabana.
Joan Jiménez (Lima, 1982), conocido como “Entes”, es un artista con más de dos décadas de trayectoria. Desde su primera exposición individual, Jarana: Síncopa y Tumbao (2023), hasta su más reciente trabajo, Por las esquinas del barrio (2024) ha desarrollado un lenguaje visual que combina referentes tradicionales que integran la cultura urbana contemporánea. En 2014 fundó Latidoamericano, primer festival internacional de graffiti y muralismo, que transformó las calles de Lima en galerías al aire libre.
Jiménez ha integrado su gusto por el color y el graffiti en un estilo propio que trasciende las etiquetas convencionales del arte. La influencia de la cultura del hip hop y las pinturas de los años 60 y 70, junto con su experiencia personal viviendo fuera de Perú, le han permitido ampliar su visión artística y social. En sus obras aborda temáticas como la crítica al racismo, el mestizaje y la reivindicación de la identidad afroperuana.
“El arte es una forma de conectar con el barrio y con la gente”, explica el artista. Sus obras cargadas del color del entorno limeño no son solo representaciones artísticas, sino una forma de revivir la memoria. La música criolla, la danza de la marinera forman parte de recuerdos familiares de su niñez. “Lo que trato de mostrar es esa búsqueda constante, esa necesidad de comprender de dónde vengo”, comenta el artista urbano.
En su más reciente exposición, Por las esquinas del barrio (2024), “Entes” no se limita a reflejar su entorno, sino que también lo reinterpreta desde una mirada crítica. Propone lo que significa habitar una sociedad diversa y mestiza, cuestionando los imaginarios impuestos y apostando por nuevas formas de representar lo afroperuano. Estos se plasman en sus obras como un testimonio visual de su vida e identidad, invitando al espectador a experimentar ese mismo proceso de conexión con sus raíces.
Escultura y memoria

foto de: juan pablo murrugarra.
La escultura La Marinera (2024) es una reinterpretación contemporánea de una obra homónima ubicada en el Parque de la Exposición, en La Fuente de las Tradiciones, un conjunto escultórico ideado inicialmente por Manuel Piqueras Cotolí y finalizado posteriormente por el arquitecto Juan Benites Dubeau, tras la muerte de Cotolí, en homenaje a Ricardo Palma y su obra Tradiciones Peruanas.
Jiménez se inspira en esta escultura y señala que es “la única escultura de personas afrodescendientes” que ha visto en Lima, enfatizando la escasa representación afrodescendiente en espacios públicos peruanos. Con su reinterpretación, el artista busca dar visibilidad a las figuras afrodescendientes representadas en el costumbrismo. Los detalles urbanos como la ropa holgada, la gorra y los gestos, contrastan con la escultura original.

foto por: mariluna cabana.
Este giro hacia lo contemporáneo refleja la transición que documenta una interpretación más actual. A través de su obra, Jiménez actualiza el discurso visual para hablar de las realidades afroperuanas dándole espacio en el contexto actual. “Uso el papel o el lienzo o los pinceles como herramienta de batalla”, reitera el exponente del arte urbano.
Narrativas visuales afroperuanas
El trabajo del artista utiliza como vehículo clave la exploración de conceptos relacionados con identidad, mestizaje cultural y crítica social. Su reflexión se puede entender a partir de poemas de Nicomedes Santa Cruz, quien en los años 60 advirtió que en Perú seguíamos siendo:
“Indoblanquinegros / Blanquinegrindios / Y negrindoblancos // Rubias bembonas / Indios barbudos / Y negros lacios”.
Estos fragmentos de su poema América Latina evidencian la persistencia de las mismas idiosincrasias hasta el día de hoy. Esta idea es fundamental para comprender su enfoque artístico. “Mi obra parte de la reinterpretación de cuadros de 1920 de los indigenistas como Camilo Blas y José Sabogal”, enfatiza Entes, de los cuales surgen sus propuestas visuales contemporáneas.
En La cuadra al caer la noche (2024), el artista recrea una memoria de su juventud en el distrito de San Martín de Porres. “Recuerdo a una señora que vendía choncholí en una esquina, lugar donde terminábamos la noche”, comenta, de ahí nació el título de la obra. En ella, presenta personajes que combinan características afrodescendientes e indígenas. “Hay personas de color negro con la nariz aguileña, con la nariz de cholo, de la sierra”, señala el pintor, enfatizando la diversidad del mestizaje peruano.
“En mis obras la ropa cumple un mensaje importante”, explica. En esta pintura incorpora una referencia visual: el logotipo de los Black Panthers con la marca Louis Vuitton, tomado de una reciente colección. A partir de este símbolo, Jiménez menciona que desde hace un tiempo está tratando de desarrollar un movimiento llamado “Brown Panthers”, que busca visibilizar “la escala de marrón en la que vivimos”.
Este movimiento tendría como propósito cuestionar los términos con los que tradicionalmente se clasifican a las personas afrodescendientes. “Si tú ves a una persona de color, no es una persona negra, sino es una persona marrón oscura. Creo que estamos mal llamados”, subraya el artista, sugiriendo que desde este reconocimiento podría contribuir a construir un mundo “más paralelo, menos racista”.
Conversaciones cotidianas
En Se habló de Revolución entre Sorbos de Café (2023), el muralista aborda una conversación cotidiana entre dos personajes, cuyo título está inspirada en la décima “El café” de Nicomedes Santa Cruz. “Todo está relacionado con Nicomedes, Victoria Santa Cruz, la música afro y la marinera”, precisa, revelando cómo conecta simbólicamente su producción artística con sus raíces.

foto de: juan pablo murrugarra.
Uno de los protagonistas viste una polera con la inscripción “Afro-latino” y lleva tatuado en el brazo el símbolo de los Black Panthers, elementos que continúan fortaleciendo el discurso sobre el orgullo racial y la memoria. El cajón peruano, instrumento emblemático de la cultura afroperuana, también cobra protagonismo.
Este detalle visual refuerza la intención cultural que ha heredado de su entorno familiar. “Mi abuelo zapateaba y hacía décimas con Nicomedes en Breña” , recuerda. Estas vivencias, cargadas de lenguaje cotidiano y tradición, son la materia de su obra.

foto de: juan pablo murrugarra.
En “Madre África” (2024), el artista visual invita a reflexionar sobre el origen y la identidad afrodescendiente, utilizando vestimentas africanas como símbolo visual clave. “Madre África habla sobre ser conscientes de dónde venimos; venimos de la esclavitud, de la conquista, de estar oprimidos”, explica. Esta obra expresa una búsqueda personal y colectiva sobre las raíces, intentando recuperar visualmente esa historia perdida cuando la memoria familiar ya no alcanza para responder preguntas como “¿De dónde soy y cómo llegué aquí?”, concluye.
En “La tapada” (2024) y “Tapándose” (2024) continúa explorando la identidad afrodescendiente. Inspirado por las conocidas acuarelas de Pancho Fierro, observa que tradicionalmente en estas representaciones ninguna tapada era negra. Frente a ello, ofrece un enfoque propio, “más cercano”, pintando en las obras telas compradas en Luanda, Angola, para enfatizar su conexión con África. De esta manera busca reivindicar el derecho histórico de las mujeres afrodescendientes “de taparse o no”.

foto de: juan pablo murrugarra.
Arte como resistencia
Jiménez reconoce que ciertos elementos cotidianos —como usar una gorra o hacer graffiti— lo han expuesto a diversos prejuicios sociales. En lugar de evitarlos, ha decidido incorporarlos en su arte como herramientas expresivas y críticas. Influenciado por la cultura del hip hop y marcado por su propia experiencia como emigrante.
“Entes” explica que nunca estuvo directamente vinculado al movimiento afroperuano, pues considera que este a menudo se limita a ciertos estereotipos. “Me parece que forman parte del mismo cliché: los que juegan fútbol, bailan, cocinan, cantan”, cuestiona. Desde su trabajo artístico busca cuestionar estas representaciones limitantes y desmantelar las narrativas históricas oficiales, por ejemplo, que “no se sabía que Pancho Fierro era negro hasta el presente”, añade.
En “De llegada al barrio” (2024) se representa a sí mismo retornando a Perú luego de haber vivido en Estados Unidos. La obra refleja cómo se siente percibido por su comunidad tras haber emigrado, enfrentándose a ideas falsas sobre la realidad del migrante. “Creen que uno tiene la gran vida —por cómo viste —, pero no es así”, dice. Esta obra también es una afirmación sobre su identidad visual y el vínculo que mantiene con la memoria barrial. “Es como un statement de lo que soy, de los colores, siempre me vestí con colores”, revela.

foto de: juan pablo murrugarra.
Además, reconoce que, a pesar de su regreso, se siente como un “extranjero” en su propio país. Su vivencia como migrante lo ha llevado a cuestionar las identidades construidas y las formas en las que es percibido tanto en el Perú como fuera de él.
Xilografías
Jiménez incursiona en la técnica de la xilografía como parte de su proceso creativo. Su afinidad especial con esta forma de arte basada en el contraste del blanco sobre negro, una técnica que evoca sus primeros ejercicios de dibujo.
En “Turista” (2022) reflexiona sobre cómo las personas afrodescendientes son vistas en lugares turísticos peruanos. En la imagen, destaca un techo y un cielo característicos del Cusco. “¿Cómo me hacen sentir como turista? Me hablan en inglés”, explica, usando esta obra como apunte visual sobre la sensación constante de extranjería en su propio país.
Por su parte, “Achorado” (2022) muestra a un personaje con los ojos cubiertos, representando una actitud desafiante que suele asociarse con una amenaza social. “Cuando ves a alguien que tiene los ojos cubiertos, por lo general piensas: este me va a robar, o es un achorado”, comenta Jiménez, identificándose él mismo con esa actitud frontal y decidida. “Siento que es cercana a la mía, porque tengo la actitud de ir a por todo”, agrega.

foto de: juan pablo murrugarra.
“La limeña” (2022) plasma un recuerdo vinculado a calles emblemáticas del centro histórico de Lima como jirón Camaná y Quilca, inspirado en el famoso “Callejón de un solo caño”, una canción criolla popularizada por la artista Eva Ayllón. Esta obra nace de su fascinación personal por observar los espacios ocultos o abandonados de la ciudad, práctica habitual para él desde su trayectoria en el graffiti. “Es algo bastante mío, del voyeur que tengo, de ir observando”, confiesa. Este acto de observación para explorar y redescubrir las historias ocultas en los rincones urbanos.
Con una estética que combina memoria, color y denuncia, Jiménez no solo pinta muros: interpela las paredes invisibles del racismo y la exclusión. Desde el barrio reconstruye la memoria y convierte el arte en una forma de resistencia.