Por: Carmen Andrea Zavaleta Laredo.

El Espacio Germán Krüger Espantoso del ICPNA presenta “Pinturas: dos décadas de color y memoria”, una exposición que reúne cerca de sesenta óleos y una decena de serigrafías creadas por Enrique Polanco entre 2004 y 2024. La muestra ofrece una mirada profunda, irónica y poética —pero también descarnadamente crítica— sobre Lima: sus calles y ruinas, sus personajes y contradicciones, su fragilidad social y su memoria colectiva.

Nacido en Lima en 1953, Polanco es un pintor frontal, de convicciones firmes, cuya obra ha construido un lenguaje plástico personal donde el color no decora: incomoda, interroga, denuncia. Desde sus inicios, ha dirigido su mirada a los márgenes de la ciudad, con un trazo cargado de tensión crítica y evocación urbana. Su estilo expresionista se manifiesta en una paleta vibrante y en composiciones que convierten el caos urbano en un retrato feroz de las desigualdades, los olvidos y los conflictos sociales que atraviesan la capital peruana.

Egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes y con exposiciones en América, Europa y Asia, Polanco se ha consolidado como una voz fundamental de la pintura contemporánea en el Perú. Sin embargo, esta muestra no se limita a celebrar una trayectoria artística: reafirma su vigencia como un creador que interpela desde la honestidad. Su pintura no busca agradar, sino revelar. Sus colores no suavizan la realidad: la enfrentan. No hay concesión ni ornamento, sino una necesidad urgente de decir lo que muchos prefieren no mirar.

Durante las últimas dos décadas, Polanco ha sido testigo —y testimonio pictórico— de una Lima en constante transformación. Sus lienzos retratan la crudeza del paisaje urbano: fachadas corroídas, pasajes invisibles, comercios precarios, cines en ruinas, espacios donde la migración, la marginalidad, la pobreza y la muerte han dejado huella. Sin embargo, lejos de convertirse en postales decadentes, estos escenarios son también símbolos de resistencia cultural y memoria activa. En cada trazo, lo cotidiano se vuelve alegoría; lo popular, un campo de tensión simbólica.

Esta exposición nos sitúa frente a una pintura que no se limita a observar la ciudad: la enfrenta, la interroga, la narra. Polanco actúa como un cronista visual que recorre Lima con la mirada crítica de quien la habita y la padece. Sus composiciones, cargadas de mensajes explícitos o sugeridos, nos enfrentan a las contradicciones más crudas del espacio urbano. En su obra, el color es lenguaje, grito, memoria y denuncia.

Enrique Polanco nos recuerda que mirar también es resistir. Que pintar puede ser un acto que cuestiona. Y que la Lima que nos muestra —áspera, real, profundamente nuestra— no es solo un territorio visual: es un espejo que nos desafía a no olvidar.

A lo largo de estas dos décadas, sus obras nos permiten observar cómo su percepción de Lima se transforma junto con los acontecimientos que han marcado nuestra historia reciente. La pintura de Polanco no solo registra: se adapta, interpreta, revela. La pandemia, por ejemplo, deja una marca visible en su producción, reflejando sus efectos sociales y emocionales. Del mismo modo, problemáticas persistentes como la delincuencia y la informalidad aparecen como hilos recurrentes que atraviesan su obra, evidenciando cómo estas tensiones siguen afectando profundamente la vida cotidiana de miles de ciudadanos.

Cabe señalar que la exposición estará abierta al público hasta el 27 de julio y podrá visitarse de martes a domingo, en el horario de 10:00 a.m. a 7:00 p.m., en el Espacio Germán Krüger Espantoso del ICPNA, ubicado en la Av. Angamos Oeste 160, Miraflores. El ingreso es libre.