ya acabó su novela

cortesía: Silvia Borja.

Inauguran exposición “Contrastes Vitales: Ciudad Humanizada y Naturaleza en Color” en el Centro Cultural UNIFÉ

Muestra colectiva se presentará hasta el 09 de julio.

“Inspirada en las ideas del urbanista danés Jan Gehl, la primera parte de la exposición presenta una serie de fotografías en blanco y negro que capturan la humanización del espacio urbano. [...] En la segunda parte, el color estalla. La naturaleza –en sus formas más libres o más contenidas– se presenta como fuente de energía vital, belleza y renovación. [...] Lejos de contraponerse, ambas series dialogan: ¿Qué es lo que da vida a nuestros entornos? ¿Dónde empieza lo humano y dónde florece lo natural? ¿Nuestras formas de habitar la ciudad impactan en la naturaleza?”

Silvia Borja, arquitecta y fotógrafa.

Publicado: 2025-06-30

Por: Carmen Andrea Zavaleta Laredo.

La Galería del Centro Cultural UNIFÉ (Universidad Femenina del Sagrado Corazón) inauguró el pasado 26 de junio la exposición colectiva de fotografía “Contrastes Vitales: Ciudad Humanizada y Naturaleza en Color”, a cargo de las fotógrafas Alessia Zetola y Silvia Borja. El evento contó con un cóctel de apertura al que asistieron, como artistas invitados, Eleazar Cuadros, arquitecto y fotógrafo urbano, y Christian García, arquitecto y artista gráfico. Ambos realizaron una presentación de sus obras y compartieron su visión sobre el tejido urbano y su relación con nuestro entorno: la vida cotidiana de quienes habitan la ciudad y la naturaleza de la que formamos parte y que no nos es ajena.

cortesía: Silvia Borja.

La muestra propone reflexionar sobre la relación entre la naturaleza y la arquitectura. Con frecuencia, estos aspectos se analizan únicamente desde un enfoque técnico o como dimensiones separadas, perdiendo de vista la humanización del espacio urbano y la energía vital que la naturaleza aporta a nuestro entorno cotidiano.

Al respecto, Christian García comentó: “Al final de cuentas, lo que nosotros hacemos como arquitectos es construir una ciudad, edificios que van a terminar sirviendo a las personas. No pensar primero en cómo funcionan las personas dentro de una sociedad —sus dinámicas, sus rutinas— solo nos aleja de la realidad. Y al final, vemos edificios que no satisfacen las necesidades y se crea una ciudad de la cual somos ajenos”.

Por su parte, Eleazar Cuadros añadió: “La arquitectura es, quizás, la disciplina más humana de todas, porque existe para las personas. Si no fuera así, si nadie habitara un espacio, si nadie lo recorriera, estaríamos hablando simplemente de escultura. La arquitectura cobra sentido cuando alguien la vive, cuando la transgrede, cuando la hace suya. Sin esa experiencia, no es arquitectura”.

Ambas reflexiones coinciden en señalar que la arquitectura no puede desligarse de la experiencia humana. La ciudad y sus edificios sólo cobran sentido cuando son habitados y transformados por quienes los recorren cada día. Pensar en la arquitectura sin considerar la vida de las personas es, como advierten los artistas, una manera de distanciarse de lo esencial.

Lo interesante de esta exposición, como relatan acertadamente García y Cuadros, es que esta nueva mirada sobre la ciudad no siempre se alcanza mientras no salgamos y participemos activamente de su realidad. Expresarse mediante la fotografía, el dibujo o la acuarela les ha permitido descubrir otras facetas de la vida urbana. No todo se aprende en un libro; muchas veces es necesario salir y experimentar para conocer realmente nuestro propio mundo.

En este sentido, Silvia Borja toma como referencia e inspiración a Jan Gehl y su libro La humanización del espacio urbano (1971). Sobre esta obra, Enrique Peñalosa señala en el prólogo: ¿Qué necesitamos los seres humanos para nuestra realización más plena? Necesitamos, por ejemplo, caminar, ver gente, estar con gente. Y la ciudad debe tener características que propicien ese contacto con otros. Una ciudad es sólo un medio para una manera de vivir [...]. Este libro es un mensaje para los arquitectos y les recuerda que el propósito sagrado que tienen no es ganar premios, sino enaltecer lo humano.

Tomando en cuenta estos planteamientos, la exhibición puede comprenderse en dos partes. La primera corresponde al trabajo de Borja, que, a través de fotografías en blanco y negro —empleadas para resaltar el contraste con las imágenes vibrantes de Alessia Zetola—, se centra en una mirada urbana inspirada en los dos primeros capítulos de Jan Gehl: La vida entre los edificios y Agrupar o dispersar.

La vida entre los edificios es el punto de partida que la artista toma como referencia. Según Gehl, este fenómeno es, potencialmente, un proceso que se refuerza a sí mismo: cuando alguien inicia una actividad en un espacio público, tiende a atraer a otros que se suman para participar o simplemente observar. Este efecto multiplicador hace que las acciones individuales crezcan en extensión y complejidad, creando un entramado colectivo más rico que la suma de sus partes. Tomando en cuenta ello, las fotografías de Borja tratan de capturar las dinámicas sociales cotidianas dentro del entorno urbano, al respecto comenta: “En esta serie busco capturar la ciudad de frente, mostrando a las personas mientras utilizan el espacio público. Por eso, la mayoría de los encuadres tienen un ángulo frontal”.

El segundo concepto, Agrupar o dispersar, conecta directamente con el enfoque de Borja sobre las formas de habitar. Gehl, nos menciona que agrupar y dispersar no son objetivos excluyentes: ambos pueden ser igual de relevantes según el contexto. La clave está en tomar decisiones de diseño consciente que fomenten la interacción o que distribuyan la actividad de forma equilibrada, evitando concentraciones extremas que, en muchas ciudades, se han revelado desacertadas. La artista menciona: “Aquí, de manera metafórica, retomo la idea de ‘dejar la pista de baile y subir al palco’. Es decir, tomar distancia y mirar la ciudad desde otro lugar. Por eso estas imágenes están tomadas en vista elevada. La altura me permite tener un panorama más amplio y descubrir otras formas de habitar, de estar y de relacionarse con el entorno”. Para ello toma como ejemplo lo que sucede en nuestra capital: “En Lima, se observa cómo los grupos humanos se agrupan y se dispersan hacia las periferias, las laderas y los centros de la ciudad, generando dinámicas que transforman continuamente el territorio, quiero capturar y entender ello”.

cortesía: Silvia Borja.

Como parte de la segunda parte de la muestra se presenta el trabajo de Alessia Zetola, quien, con colores vibrantes y una alegría sincera, plasma en sus fotografías la presencia de la naturaleza en nuestro tejido urbano. Sus imágenes fueron tomadas en diversos lugares, como Miraflores, Surco, Barranco, la isla del Frontón, Azpitia, Paracas y también en Georgia, Estados Unidos.

Zetola comenta que siempre ha sentido un profundo cariño por la naturaleza y que, de manera casi instintiva, su mirada se dirige a ella. Le interesa capturar la vitalidad de plantas, animales, texturas y colores que a menudo quedan relegados al fondo de nuestra atención cotidiana. En sus fotografías, estos elementos aparecen como protagonistas, que muchas veces silenciosos, nos recuerdan la belleza de nuestro entorno y la necesidad de reconectar con él. Son detalles que suelen pasar desapercibidos en la rutina urbana, pero que cobran un nuevo sentido a través de su lente.

Sus imágenes surgen de escenas que forman parte de su propia vida: retrata lo que ve y lo que le inspira, ya sea mientras recorre las calles de Lima o cuando viaja. Para ella, la fotografía es una manera de preservar esas pequeñas revelaciones que la naturaleza ofrece a quienes están dispuestos a mirar con atención. Lograr la imagen deseada implica paciencia, sensibilidad y dedicación. En el caso de los animales, como aves o perros, su proceso se convierte en un ejercicio de espera activa y de observación constante. Cada toma es el resultado de un momento preciso, de esa conjunción entre el movimiento de la vida y la calma que exige la mirada atenta de la fotógrafa. Al respecto de la muestra comentó: “Ambas partes son importantes para el mundo en el que vivimos. Son dos lados completamente distintos, pero que se complementan. No creo que se pueda entender la arquitectura sin la naturaleza, ni la naturaleza sin la arquitectura, porque incluso nosotros mismos somos naturaleza. Somos parte de este mundo lindo que habitamos”.

En conjunto, Contrastes Vitales invita a mirar con nuevos ojos lo que a menudo damos por sentado: la ciudad y la naturaleza, lo construido y lo vivo, aquello que nos contiene y que, a la vez, nos define.

cortesía: Silvia Borja.

Cabe señalar que la exposición estará abierta al público hasta el 09 de julio del presente año en el Centro Cultural UNIFÉ (Av. Los Frutales 954, La Molina), en el horario de lunes a viernes de 10:00 a.m. a 6:30 p.m. y sábados de 9:00 a.m. a 2:00 p.m. El ingreso es libre.


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