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cortesía: Oficina de Comunicación e Imagen Institucional-ministerio de cultura.

Ministerio de Cultura verifica repatriación de retablo cusqueño de los siglos XVII-XVIII

Obra virreinal de más de mil piezas, fue adquirida hace más de un siglo por un diplomático sueco y permaneció resguardada en su país tras no poder ser instalada en una catedral.

Publicado: hace 4 horas

El Ministerio de Cultura verificó la repatriación de piezas de un gran retablo cusqueño, tallado entre los siglos XVII y XVIII por la Orden Dominica, que habría salido del país en el año 1921 con destino a Suecia. Se trata de un altar de gran formato, considerado como un bien integrante del patrimonio cultural de la Nación por su alto valor histórico, artístico y religioso.

El retablo de estilo barroco, de siete metros de alto por cinco de ancho, fue tallado en madera de cedro y presenta elementos ornamentales característicos del arte virreinal como columnas salomónicas, capiteles, hornacinas, molduras con flores y frutos, y un tabernáculo, que está dividido en dos cuerpos y tres calles, y su técnica de manufactura corresponde al tallado y ensamblado.

Una evaluación preliminar realizada por los especialistas del Mincul a fines del 2024, concluyó que, por sus características formales, diseño y factura, se trata de una obra virreinal peruana, que procedería de un recinto religioso cusqueño y que por lo tanto es un bien integrante del Patrimonio Cultural de la Nación. Esta hipótesis fue confirmada por el Arzobispado del Cusco, que indicó que, por su estilo y similitud con otros retablos de su jurisdicción, la obra pertenece a uno de sus templos.

Luego del arribo del retablo al Perú, a inicios del mes de junio, los especialistas del Sector Cultura ejecutaron la verificación de la repatriación en una de las sedes del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde evaluaron el estado de cada una de las 1,187 piezas de madera que conforman este bien histórico-artístico, las cuales llegaron envueltas en 134 paquetes, distribuidos en ocho grandes cajas de madera.

De acuerdo con la documentación disponible, el retablo fue adquirido en Cusco por Carl Filibert Hultgren, entonces embajador de Suecia en Buenos Aires, durante su visita al Perú por el Centenario de la Independencia. Sin embargo, al llegar a la ciudad sueca de Uppsala, se determinó que el retablo era demasiado grande para ser instalado en la catedral local, por lo que permaneció guardado por la familia del diplomático, hasta que, en 1971, las piezas fueron adquiridas en una subasta por el ciudadano Curt Gripmar, cuyos hijos heredaron el bien cultural y comunicaron al Estado peruano su deseo de devolverlo.

Próximamente, todas las piezas del retablo serán entregadas de manera oficial al Ministerio de Cultura, en una ceremonia que se realizará en la Sede de la Cancillería, tras la cual serán trasladadas a la ciudad del Cusco para su ensamblaje y reinstalación en un templo cusqueño determinado por el Arzobispado.

La verificación de las piezas fue realizada por historiadoras del arte de la Dirección de Recuperaciones, unidad de la Dirección General de Defensa del Patrimonio Cultural, del Ministerio de Cultura, en coordinación con los especialistas de la Dirección General para Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores.


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